Tras la muerte del ex presidente Néstor Kirchner, la popularidad de su esposa y sucesora Cristina Fernández se disparó en las encuestas y la gestión de la mandataria mantuvo el rumbo, mientras que la oposición se muestra desunida y desconcertada de cara a las elecciones generales de 2011.
El fallecimiento de Kirchner en octubre sacudió el tablero político y dejó a la Presidenta, de 57 años, sin su principal sostén y asesor político. Eso disparó las conjeturas acerca de la capacidad de la mandataria para asegurar la gobernabilidad.
Fernández ha reafirmado el rumbo de su gobierno por el momento y no parece afrontar en el último año de su mandato grandes obstáculos.
«Con la muerte de Kirchner, el apoyo a la Presidenta se reafirmó y a ritmo muy fuerte», dijo Ricardo Rouvier, de la consultora Ricardo Rouvier y Asociados.
Las expresiones públicas de apoyo a la mandataria se multiplicaron desde que perdió a su marido y compañero de trayectoria política.
En el velatorio de Kirchner, la masiva afluencia de personas de distintas clases sociales que mostraron su afecto a la Presidenta asombró a políticos de distinto signo.
Esta corriente de simpatía se reflejó en carteles pegados a muros y paredes de Buenos Aires con mensajes como «Néstor vive, fuerza Cristina», y otros que respaldaban la reelección de la mandataria.
Fernández ganaría en la primera vuelta electoral con el 45 o 46% de los votos. Sus contrincantes aparecen muy alejados, según sondeos que maneja Rouvier.
Para ganar en esa instancia, es necesario contar con más del 45% de los votos o al menos el 40% de los sufragios y una diferencia de 10 puntos porcentuales con el rival más cercano.
Roberto Bacman, del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), afirmó que la muerte del ex presidente, diputado y secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas disparó hasta un 65% la popularidad de la mandataria.
Referentes del oficialista Partido Justicialista (PJ) que presidía Kirchner han expresado su deseo de que Fernández asuma la conducción de esa fuerza y adelantaron que apoyarán su eventual candidatura a la presidencia.
Pero la mandataria, quien en varios actos públicos se ha quebrado emocionalmente al recordar a su marido, todavía no ha dado pistas sobre cuáles son sus intenciones.
El analista Jorge Giaccobe discrepa con los que ven a Fernández segura candidata.
«No la veo con el estado anímico adecuado. Según sus propias palabras, ha muerto el jefe», señaló en referencia a Kirchner, considerado el poder en las sombras. Cree que hay que esperar a que esta ola de afecto hacia la mandataria se diluya para ver cuál es el escenario político.
Opinó que el oficialismo «va a tratar de estirar» los efectos que la viudez de Fernández está generando en la opinión pública y que si la candidatura de ella no prospera, un posible candidato es Daniel Scioli, gobernador de la populosa provincia de Buenos Aires.
Según un sondeo de CEOP realizado en noviembre, Fernández tiene una intención de voto del 44%. El radical Ricardo Alfonsín, su rival más cercano, cuenta con el 13,6% y el conservador Mauricio Macri con el 9,1%. Un 10,1% se declaró indeciso.
Los expertos coincidieron en que tras la muerte de Kirchner, señalado como el seguro candidato oficialista para las elecciones, la oposición se muestra desconcertada y desunida.
«Flota sobre los opositores una sensación de derrota anticipada», afirmó Rouvier.
La batalla política ha cambiado. Los opositores estaban preparados para combatir a Kirchner, pero su desaparición los desacomodó.
Para Rosendo Fraga, director de la consultora Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, el escenario actual muestra a un oficialismo que «es minoría en el Congreso, pero tiene unidad de acción» y una oposición que «es mayoría, pero está dividida y no tiene un liderazgo que articule sus acciones».
Algunos diputados de la opositora Unión Cívica Radical comenzaron a moderar sus ataques al ejecutivo, quizá influidos por el clima de piedad que prevalece en torno a la presidenta.
En tanto, dentro la corriente peronista contraria al oficialismo surgieron diferencias entre sus líderes sobre el modelo de oposición que deben desarrollar.
Sin una oposición articulada y con un escenario económico prometedor para Argentina –aunque con problemas de desigualdad social– Fernández no tendría grandes obstáculos para gobernar.
La estimación oficial de crecimiento para 2010 era del 2,5%, aunque tanto el gobierno como economistas esperan que superará el 7%. En tanto, el ejecutivo calcula que el PIB crecerá un 9% en 2011.
Los negocios reflejan que el consumo permanece activo. «La gente compra pero en parte impulsada por la subida de los precios, que ascienden de semana a semana», puntualizó Martín Rodríguez, empleado de una juguetería en una zona comercial de Buenos Aires.
La inflación y la consiguiente presión sobre los salarios es uno de los principales problemas que podría enfrentar Fernández en el año electoral. El gobierno calcula que el índice de precios estará en torno al 8,4%, pero los economistas privados lo sitúan cerca de un 30%.
Fernández convocó a un diálogo entre sindicalistas y empresarios, con el que buscaría frenar la inflación. Entre los interlocutores está Hugo Moyano, jefe de la principal central sindical y aliado del gobierno.
Pero un enfrentamiento entre el ejecutivo y Moyano sería un dolor de cabeza para la presidenta, por la capacidad del sindicalista para movilizar masivamente a trabajadores de distintos sectores y paralizar con sus manifestaciones el país.