Subrayando la urgencia de una acción internacional frente al cambio climático, la ONU lanzó en Bali (Indonesia) un proceso de lucha contra el calentamiendo que, por primera vez, implica conjuntamente a países desarrollados y países en desarrollo.
Pese a no imponer una cifra concreta a los países industrializados, la «hoja de ruta de Bali» reconoce «que deben efectuarse severas reducciones de las emisiones mundiales» de gases de efecto invernadero.
Y pide a los países en vías de desarrollo que tomen acciones «medibles y comprobables», de acuerdo a las capacidades nacionales de cada uno.
De este modo, países ricos y pobres deberán trabajar conjuntamente para llevar a cabo los cambios políticos, económicos y tecnológicos necesarios para frenar la emisión a la atmósfera de gases contaminantes.
«Es algo muy positivo, y que nosotros defendíamos: que hubiese la oportunidad de pedir mayor responsabilidad a los países en vías de desarrollo», considera Marcelo Furtado, director de campañas de Greenpeace Brasil.
Se lanza así una ronda de negociaciones de dos años que debe desembocar en un nuevo tratado que permita luchar más eficazmente contra el cambio climático una vez que el Protocolo de Kioto llegue a su fin, en 2012. Este proceso debe culminar en una reunión a finales de 2009 en Copenhage.
«Encontramos ahora a un mundo preocupado por el cambio climático, un mundo urgido de buscar soluciones», afirma el ministro mexicano de Medio Ambiente, Juan Elvira.
Y es que durante el año 2007 el debate sobre el calentamiento climático pasó de ser una mera curiosidad científica a ganarse el calificativo de «mayor desafío de nuestro tiempo».
A ello contribuyó el último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, cuyos expertos alertaron a la opinión internacional sobre la urgencia del problema.
Sus conclusiones no dejan lugar a dudas, el calentamiento del planeta es uno hecho «inequívoco» de consecuencias irreversibles, fruto de las actividades humanas, y principalmente de la combustión de cantidades cada vez mayores de petróleo, gas y carbón. Influyen también la tala de los bosques y ciertas actividades agrícolas y ganaderas.
Si no se hace nada para evitarlo, la temperatura media de la Tierra puede aumentar de aquí a 2100 entre 1,1º C y 6,4º C, afirman, con catastróficas consecuencias como sequías y desertificación, hambrunas, epidemias, deshielo de los glaciares, aumento del nivel de mar, inundaciones y creciente violencia y frecuencia de las tormentas tropicales.
Según los expertos, desde finales del siglo XIX la temperatura media de la Tierra aumentó más de 0,7º C y ya estamos sintiendo las consecuencias de ese calentamiento incipiente.
«En los últimos 50 años el número de desastres ha incrementado dramáticamente», señala Michel Jarraud, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial. «Y el número de desastres va a aumentar con el calentamiento», advierte.
Fue precisamente por su trabajo de sensibilización de la opinión pública y política mundial que el IPCC y el ex vicepresidente estadounidense Al Gore fueron galardonados este año con el Premio Nobel de la Paz.
«Es una verdadera emergencia planetaria y debemos responder rápidamente», dijo Gore, autor del documental «Una verdad incómoda», que alerta sobre los peligros del calentamiento del planeta.
Una cumbre del G8 en junio pasado, los conciertos para salvar el planeta -conocidos como Live Earth- durante el verano y una reunión sin precedentes organizada en septiembre por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, contribuyeron a despertar la conciencia mundial.