Los proyectos de inversión para la disminución de las emisiones de gases que causan efecto invernadero se multiplican en Brasil, cuyos «créditos de carbono» se revenden a las empresas de los países industrializados.
Brasil es, por el número de inversiones, el segundo país en desarrollo por detrás de India, y por delante de México y China, aunque según el Protocolo de Kioto sobre el cambio climático no esté obligado a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
«Los países en desarrollo se comprometieron a introducir técnicas propias, pero no tienen objetivos cuantitativos» ya que la responsabilidad principal de las emisiones responsables del calentamiento global recaen sobre los países industrializados, dijo a la AFP Luiz Fernandes, secretario ejecutivo del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
En total, ya se aprobaron 102 proyectos en Brasil y otros 58 son evaluados en el marco del Mecanismo de Desarrollo Propio (MDP), que permite a los países ricos invertir en la reducción o en la limitación de los gases de efecto invernadero.
Estos proyectos representan el equivalente a una disminución global de 189 millones de toneladas de anhídrido carbónico, lo que supone un 18% de las emisiones de Brasil en 1994, según el ministerio.
El mecanismo es simple: una empresa brasileña o extranjera desarrolla un proyecto que permite reducir los gases de efecto invernadero. Si se aprueba, los créditos carbono se pueden revender a una empresa europea o japonesa que necesite cumplir los objetivos de reducción de emisiones que le fueron asignados.
«Funciona», dijo Fernandes. En su opinión, Brasil ofrece «un potencial importante» para el desarrollo de proyectos MDP.
En Brasil, más del 80% de la electricidad es de origen hidráulico. Además, el gigante sudamericano es campeón mundial de los biocarburantes con el desarrollo masivo del etanol, mientras que la deforestación bajó un 52% en dos años en la Amazonia, destacó Fernandes.
Casi un tercio de los proyectos se refieren a la cogeneración de electricidad a partir de biomasa, en especial, de los residuos de la caña de azúcar. Otros apuntan al procesamiento de los gases que emanan de la basura.
Gran Bretaña (26 proyectos), Holanda (18) y Japón (8) son muy activos. Las empresas francesas, en tanto, tienen tres proyectos aprobados y una quincena en desarrollo.
El grupo químico Rhodia decidió invertir 10 millones de dólares en la recuperación de las emisiones de gases de efecto invernadero en una fábrica de producción de ácido.
La firma de acero inoxidable Acesita, filial de Arcelor Mittal, quiere sustituir el coque de hulla por carbón vegetal producido a partir de plantaciones de eucaliptos en hornos que recuperan el anhídrido carbónico sin enviarlo al exterior.
Brasil es también el primer país emergente que impulsa una bolsa de créditos carbono.
Este proyecto, lanzado en 2005, se apoya en una primera fase en la creación de un banco de proyectos que han sido aprobados por las autoridades competentes, o están en vías de desarrollo.
Del lado de la demanda, las empresas extranjeras también pueden registrar sus intenciones de compra de créditos carbono, explicó a la AFP Guilherme Fagundes, jefe del departamento de proyectos especiales de la Bolsa de Mercantil y de Futuros (BMF).
Por ahora, sólo se registraron tres proyectos y tres intenciones de compra.
«Estamos ajustando todo el marco jurídico para la implantación de un sistema de negociación de los créditos carbono», indicó.
Los créditos carbono se pondrán en venta en el marco de subastas con reglas flexibles en materia de lotes o precios mínimos. La transacción podrá realizarse «con transparencia y a costos reducidos» para el inversor, aseguró Fagundes.
«Esperamos que la Bolsa esté lista para realizar este tipo de subasta a partir de 2007, en principio al inicio del año», indicó Fagundes.