COSMOGONÍA DEL IDIOMA MAM


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“En tiempos antiguos había un mono. En ese tiempo la gente todavía no conocía los bueyes, las vacas ni las ovejas; solamente conocían a unos animales como el jute, el cangrejo, el conejo y el tacuacín.

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CELSO LARA FIGUEROA

Un día, el dueño del mono logró cazar unos cangrejos y los echó en una olla con agua para cocinarlos.  El mono que cuidaba la casa quería comerse los cangrejos, pero no lo logró.  Cuando su amo salió a pasear, el travieso mono dispuso robarse los cangrejos, pero resultó que uno de los cangrejos explotó y con el agua hirviendo quemó los ojos del mono.  El mono se asustó y por esa quemadura los monos no tienen cejas.
Ahora la gente cuida y cuenta a sus hijos, lo que pasó al pobre mono ladrón, para que no sean traviesos y no roben nada”, narra la población Mam sobre la creación del mundo y su visión de la vida.

De acuerdo con los especialistas el origen del idioma maya conforma una de las familias lingüísticas más diversificadas y populosas de Mesoamérica. Este idioma nace hacia el año 1,000 A.C. en esta área, donde primero surgió la civilización en el hemisferio occidental.

Es importante señalar que en la región mesoamericana han aparecido varios centros de civilización que tienen una historia cultural más o menos en común; por la tanto es correcto tratar los idiomas de esta área como provenientes de un solo grupo puesto que la unidad cultural del área hace suponer que dichos idiomas comparten un alto grado de semejanza.

El idioma Mam está ligado a la derivación del idioma maya clásico que empezó a transformarse a partir del colapso del periodo clásico en el año 900 D.C, proviene del protomaya,  de la división occidental y de la rama Mam, por lo que se le reconoce como Mam propio,  junto con el Tektiteko.

El idioma Mam es uno de los que conserva con mayor precisión las viejas formas lingüísticas del idioma maya clásico y que a pesar de los años aún continua vigente en los municipios de Malacatancito, San Sebastián Huehuetenango, Colotenango, San Gaspar Ixchil, Santa Bárbara, La Libertad, San Ildefonso Ixtahuacán, Chiantla, San Rafael Petzal, Tectitán, Santiago Chimaltenango, La Democracia, San Juan Atitán, Cuilco, San Pedro Necta y Todos Santos Cuchumatán, en el departamento de Huehuetenango.  También en los municipios de San Martín Sacatepéquez, San Juan Ostuncalco, Concepción Chiquirichapa, San Miguel Sigüilá, Palestina, Cajolá, Huitán, Cabricán, Génova, Colomba, Flores Costa Cuca y Coatepeque, en el departamento de Quetzaltenango. Así como en los municipios de Concepción Tutuapa, San Miguel Ixtahuacán, Catarina, Comitancillo, El Quetzal, El Rodeo, El Tumbador, Esquipulas Palo Gordo, La Reforma, Malacatán, Nuevo Progreso, San Antonio Sacatepéquez, San Cristóbal Cucho, San José Ojetenam, San Lorenzo, San Marcos, San Pablo, San Pedro Sacatepéquez, San Rafael Pie de la Cuesta, Sibinal, Tajumulco, Tejutla, Río Blanco, Tacaná, Ocós, Ixchiguán, Pajapita y Ayutla, en el departamento de San Marcos.

COSMOVISION

Como surgida por el viento sacro del Corazón del Cielo y del Corazón de la Tierra la comunidad Mam ocupa uno de los territorios más grandes de Guatemala ya que se difumina en los departamentos de Huehuetenango, San Marcos, Quetzaltenango y en la región noroccidental de Guatemala. La integran cincuenta y cinco municipios y por lo tanto puede considerarse uno de los cuatro idiomas mayas con más hablantes en este envoltorio mágico que es Guatemala.

Unida indisolublemente a la cosmovisión maya se liga a las deidades y a la naturaleza a través del nahualismo y las ceremonias sagradas. Lo más sobresaliente de la región Mam es el hecho que en su seno se origina el maíz en las cuevas del Paxil, cerca de Comitancillo en Huehuetenango con una larga historia el territorio Mam ha estado poblado desde hace más de dos mil años de tal manera que toda la historia lo atraviesa.

De intensas relaciones familiares, los Mam se organizan a través de alcaldías y cofradías su música de marimba como eco ancestral rebota de montaña en montaña. Sus danzas se remontan a los mayas clásicos y la variedad de trajes es de intensos coloridos y utilizada por hombres y mujeres. Constituye uno de los pilares básicos de la sociedad guatemalteca.

TRADICIÓN ORAL

El “niño ladrón”, es una narración de Todos los Santos Cuchumatán, que inicia así: Hace mucho tiempo había un niño ladrón, que le gustaba robar el producto de las siembras.  Cuando entró a la escuela, seguía robando y cada día iba a robar más manzanas y naranjas.  Un día se encontró a un compañero de la escuela y lo invitó para que lo acompañara: “Ven conmigo, vamos a traer manzanas y naranjas, pero no le cuentes a otros”, le dijo. 

A llegar al naranjal, el ladrón dijo a su compañero que vigilara mientras él robaba algunas naranjas.  Pero en ese momento apareció un tremendo perro que ladraba fuertemente y el compañero se asustó.  Sólo vio que el niño ladrón corría, atrás lo seguía el perro y detrás del perro vio al dueño de las naranjas que corría con una escopeta.

El niño ladrón asustado, cayó al suelo y se hirió con las espinas del naranjal, pero siguió corriendo de miedo.  En su desesperación, no miraba por dónde corría y cayó en un hondo barranco, donde murió el niño ladrón.

Un segundo cuento, recogido de ¡Santiago Chimaltenango, llamado “El dueño del cerro  y el  cazador”, narra la historia de un cazador que, hace mucho tiempo fue a caminar por el monte y ahí encontró al Dueño del Cerro, quien lo sorprendió diciéndole: “Ah… usted es quien está matando a mis animales domésticos. Afortunadamente, unos sólo están heridos cuando llegan, así que vaya a curar a los heridos que no pueden andar”.

El Dueño del Cerro llevó a su casa al cazador para que viera los animales que había herido. Cuando llegaron a la puerta de la casa del Dueño del Cerro, los perros se levantaron con ganas de morder a aquel hombre. El Dueño del Cerro ordenó a sus perros que no molestaran al hombre y obedeciéndole se calmaron echándose sobre el suelo.  Pero aquellos animales no eran perros, sino que eran unas serpientes.

Cuando el hombre entró hasta donde estaban los animales heridos, el Dueño del Cerro le dijo: “Ahora tienes que curar a los animales o no sales de este lugar”.  El hombre se sintió culpable y empezó a curar a los animales. Cuando ya había curado a los animales, el Dueño del Cerro le obsequió oro y lo amonestó, diciéndole que no mirara en el camino lo que le había regalado, hasta llegar a su casa con su esposa.  El hombre cumplió las indicaciones y hasta que estuvo junto a su esposa, ambos miraron el oro y por ese oro, que le había dado el Dueño del Cerro, desde ese momento se convirtió en un hombre rico.

Por otro lado, “La tijereta  y los compadres”, de Tacaná, narra la historia de un hombre muy pobre que no tenía nada para ganarse la vida. Era tanta su pobreza que no tenía herramientas para trabajar.  Para ir a traer leña pedía prestado a su compadre un machete.  Pero sucedió que otra vez que pidió a su compadre le prestara nuevamente su machete, éste se negara.  Para conseguir leña tenía que quebrarla con sus manos.

    Un día, poco antes de terminar su trabajo, oyó cantar muy cerca de una tijereta.  Allí estaba cantando el pájaro muy cerca de la leña.  Molestaba tanto al hombre que quería matarla, pero pensó en asustarla. Su sorpresa fue grande cuando encontró la tijereta cantando los días de la semana, pero siempre terminaba en viernes y después empezaba otra vez: “Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes”, contaba la tijereta.

    El hombre pensó asustarla: “Diga sábado”, la tijereta se asustó y dejó sus alas, pero no eran sus alas, eran billetes.  Aquel hombre juntó el dinero, regresó a su casa y compró las herramientas que necesitaba para trabajar.

Cuando su compadre se dio cuenta que había mejorado su situación, llegó a preguntarle que en dónde consiguió tanto dinero y el hombre se lo explicó.  El compadre dispuso probar su suerte con la tijereta y cuando llegó al lugar donde cantaba, la oyó: “Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes”.  “Diga domingo”, le gritó el compadre, demostrando su avaricia.  Y sucedió que al compadre le salió un tumor en la garganta.

La comunidad Mam ocupa uno de los territorios más grandes de Guatemala ya que se difumina en los departamentos de Huehuetenango, San Marcos, Quetzaltenango y en la región noroccidental de Guatemala.

En su seno se origina el maíz en las cuevas del Paxil, cerca de Comitancillo en Huehuetenango.