Corrupción, negocio redondo


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Nadie cree que surgió de repente entre nosotros, muy campante. Data de tiempos lejanos en concepto de fenómeno socioeconómico, su crecimiento y expansión sobrepasa cualquier cálculo mediante un ritmo rápido. Hasta disfrutar de pleno dominio territorial. Exhibe una tendencia inaudita pujante con seguidores multitudinarios a ojos vista.

Juan de Dios Rojas


A manos llenas y sin escrúpulos en picada hace apoderamiento del dinero en cualquier oportunidad. Sea esta de mayor o menor cuantía. Es impulsiva y temperamental, traspasando obstáculos en cadena férrea, dispuestos a vender su alma al diablo. Cuidadosos sí en extremo, de borrar de una simple plumada rastro o huella alguna que los delate.

De naturaleza fortachona, ignora la preeminencia de valores humanos y elimina toda mirada, testigo presencial; una situación gigantesca impelente al amasamiento de fortuna mal habida. Implica esta tendencia el arrollamiento de lo que cuantifique haberes a su paso ilícito.

En todas las épocas de la vida nacional han existido perfectos pájaros de cuenta. Jamás caen redondos, puesto que la justicia, pronta y cumplida no los descubre en sus marañas, con hilos de seda. Hoy en día escandaliza ese modo de vida y genera reacciones severas en el colectivo, empero en el ánimo de ellos es una más de sus andanzas.

Genera indignación, reproche y la vindicta pública la desvergüenza de los tipejos enrolados más y más en acciones corruptas, en verdadero menoscabo del contribuyente que aporta su dinero. Lejos de rasgarse las vestiduras ante los hechos consumados, nada les importa, habida cuenta del cuero de danta que conforma su organismo sin algo de rubor.
Los hechos atinentes a los persistentes actos de corrupción no impide su ingreso en los niveles altos de la sociedad, al contrario se codean con los altos empresarios y personajes de la administración pública. Nada raro será el hecho de tenderles alfombra roja a sus pies.

Quienes son favorecidos con un cargo de relumbrón por compromisos electoreros, ni lentos ni perezosos amasan fortuna, bajo el trinquetero principio de servirse del mismo a sus anchas. Sin conciencia alguna se llenan los bolsillo insaciables, pero la desmedida ambición, ajena a límites, gana terreno fácilmente en corto tiempo roban sin empacho.

Cuánta corrupción existe en nuestra sufrida Guatemala. También motiva y exige acciones urgentes en el sentido que el Congreso apruebe la Ley Anticorrupción o de enriquecimiento ilícito, conformante de un panorama sombrío apuntador del colapso financiero estatal.