La capital norcoreana, Pyongyang, inició la cuenta atrás para el Festival de Arirang, una masiva celebración artística y deportiva que tendrá lugar este fin de semana y estará animada por 100.000 figurantes que exaltarán la «unidad nacional».
La gran fiesta se desarrollará al margen y a pesar de la crisis nuclear, los misiles y las difíciles negociaciones multilaterales que Corea del Norte mantiene con Estados Unidos, Rusia, Japón, China y Corea del Sur para la desnuclearización de la península.
«Arirang» corresponde al nombre de una canción folclórica coreana que expresa la melancolía de dos enamorados víctimas de la distancia. «Simboliza así el sentimiento que habita en los coreanos separados», explica el viceministro de Cultura, Song Sok-hwan.
En las últimas semanas, la capital y sus dos millones de habitantes se organizaron por barrios y escuelas para preparar el gran acontecimiento.
Pyongyang se engalana: las torres gigantescas, los teatros de techos tradicionales, la estación central o el Palacio para el Estudio del Pueblo (biblioteca nacional) resplandecen iluminados hasta bien entrada la noche.
Por todas partes, se exponen fotografías gigantes de flores, como las «kimjungilia» (begonias rosas) y las «kimilsungia» (orquídeas rojas), en honor al Querido Líder, Kim Jong-Il, y a su padre, el Gran Líder, venerado fundador de la nación.
Funcionarios, empleados y escolares consagran la mayoría de su tiempo a ultimar los detalles del festival.
«Pintamos y renovamos para el Arirang. Todo el mundo está orgulloso de participar», afirma Kim Myong Hwa, una intérprete.
En las grandes plazas del centro de la ciudad, varios grupos se organizan, ensayan, mientras algunas mujeres, vestidas con largos vestidos llenos de colores danzan con sus parejas.
Cerca del monumental estadio del 1 de Mayo, largas filas de escolares con gorras blancas practican sus números musicales diseñados por ordenador.
En el interior, resuenan los himnos revolucionarios al ritmo de los movimientos sincronizados de 18.000 adolescentes que sujetan carteles para escenificar escenas épicas.
«Esto favorece el espíritu de concentración y disciplina de nuestros alumnos», subraya Ra Yong-su, al cargo de estos «juegos de masas».
Aunque esta edición del festival es únicamente la tercera, después de 2002 y 2005, estos juegos multitudinarios norcoreanos se remontan al 1 de mayo de 1946, fecha del nacimiento de la República Popular y Democrática de Corea.
El actual mes de abril es especial para los norcoreanos ya que celebran el 95 aniversario del nacimiento del presidente Kim Il-sung y los 25 años del Festival Internacional de Primavera, al que fueron invitados «artistas célebres del mundo entero», llegados de Estados Unidos, Italia, Francia y Alemania.
En Pyongyang, sólo están autorizados los carteles de la propaganda revolucionaria. En uno de ellos, un puño aplasta a un soldado estadounidense: «Cuidado con aquél que atenta contra nuestra dignidad», reza el panel.