Uno de los objetivos de la concepción actual de las relaciones internacionales de cualquier Estado, es la búsqueda de mecanismos de cooperación para ayudar a la convivencia entre los pueblos. Obviamente la principal aspiración de la humanidad y la meta del trabajo de los organismos multinacionales es la preservación de la paz mundial y la búsqueda de un desarrollo más equitativo de los pueblos, pero el anhelo ancestral de justicia no puede estar ajeno a esos temas puntuales que constituyen el pilar de la actual diplomacia.
Y en un mundo cada vez más globalizado (globalización que es aceptada hasta con gusto por algunos sectores aunque pueda ser una condición limitante del concepto de soberanía) es indudable que la cooperación se convierte en una de las cuestiones puntuales más importantes para que se puedan lograr tales fines.
Viene a cuento lo anterior porque se ha querido satanizar el esfuerzo de la comunidad internacional por cooperar con Guatemala en el área del combate a la impunidad como si fuera una intromisión ofensiva para la soberanía del país. No es diferente al papel que juegan entidades como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, FAO, Unesco, Unicef, CEPAL, Banco Mundial, Banco Interamericano del Desarrollo, Fondo Monetario Internacional, para citar apenas algunos ejemplos de agencias que tienen delegaciones permanentes en nuestro país y que realizan visitas de inspección, así como se oye, periódicamente para indagar sobre nuestra situación en temas como el respeto a los derechos individuales, la alimentación, la educación, la niñez, nuestra economía y las finanzas nacionales.
En todos esos campos la cooperación internacional es aceptada como lo que es, es decir, como una palanca para ayudar a las instituciones nacionales a mejorar su desempeño en campos específicos. Pues bien, Naciones Unidas ha dispuesto ofrecer una cooperación más específica a Guatemala en un área para la que no hay agencias establecidas y que es el combate a la impunidad, lo que significaría que el país tendría a su disposición asesores, investigadores especializados y gente apta para entrenar y preparar a los nuestros en temas precisos sobre los que nuestras carencias son evidentes.
No podemos vivir aislados del mundo exterior y una de las cosas que los observadores ven en Guatemala es la tendencia al estado fallido como resultado de la incapacidad para hacer cumplir la ley, lo que se conoce como Impunidad. Esa realidad es evidente para cualquiera aunque, aparentemente, hay guatemaltecos que no la quieren ver ni la quieren entender, al punto de que están empeñados en rechazar la oferta de la cooperación internacional para iniciar un esfuerzo, que debe ir acompañado de la voluntad política y del impulso de la sociedad guatemalteca, para revertir el flagelo que ha convertido a la patria en santuario para delincuentes de todo tipo. La CICIG es, entonces, una muestra del interés de países amigos y concretamente de la ONU, para que arranquemos en el camino de construir realmente nuestro estado de derecho.