Con agrado leí en elPeriódico, 03-12-2011, la invitación para participar en el concurso de Nacimientos girada por: Asociación Futuro Vivo, Hotel Barceló y la Cámara Oficial Española de Comercio de Guatemala, dentro del «III Festival de Nacimientos», que como se explica en esa invitación, «el objetivo es fomentar valores como la unidad y la buena armonía». El resultado se dará a conocer el próximo lunes 19.
Como han expresado múltiples comentarios alrededor de esta época, el sentido de la Navidad se ha ido perdiendo ante la acometida del consumismo que tiene como su propagandista al tal cachetón barbudo que ha venido sustituyendo al Bebé Dios (que no nació niño), centro de la cristiandad universal. Y es natural que eso suceda pues con el correr de los tiempos todo tiende a cambiar y evolucionar; vi gran novedad, entonces, la llegada de los teléfonos de manivela y hoy los móviles y todos sus adelantos, que a nosotros los de aquellos tiempos nos ponen peripatéticos.
Pero también alegra ver que dentro de toda esa acometida pagana la fe es firme y se mantiene luchando con toda su fuerza para no dejarse apagar, y así vemos que las posadas, previas a la Navidad, están presentes y recorren las calles como en aquellos tiempos, alegrando el ambiente con el tututicutu de las tortugas, los farolitos, los pitos y los chinchines, el tronar de cohetes, que contaminan el ambiente, las andas con los señores cargadas especialmente por niños y niñas, y esto no es solo en la ciudad capital, también en el interior del país.
En cuanto a Nacimientos o Belenes se construyen en muchas casas, algunos sencillos, en el sentido que son pequeños y sin mayores recursos, como sucede en otras en donde ocupan toda una habitación que por lo general es la sala, con profusión de pastores, recreando la Tierra Santa, con iluminación especial y música de fondo; esto es aparte de los que se construyen en los templos católicos. Todos consumen muchos días para su elaboración y varias personas trabajándolos. Otro elemento característico son los paisajes que van colocados al fondo que se acoplan al entorno, tampoco falta el rosario de manzanillas y la hoja de pacaya, así como los aserrines de colores, todo lo cual contribuye a darle vistosidad y el carácter netamente chapín.
Como digo, este año se ha visto ese renacer de la fe, el Bebé Dios va recuperando su lugar pues sin í‰l no hay Navidad. Recuerdo cuando por aquellos tiempos para el veinticuatro de diciembre por la noche iba de las manos de mamá y papá, ella con su manto de burato o seda cruda, negros y él, bien rasurado, trajeado y lustrado del calzado a la Misa del Gallo y al regresar a casa pasada la una de la madrugada con las calles silenciosas y tranquilas sin temor de nada, a degustar un delicioso tamal negro o colorado con un suculento vaso de ponche o taza de chocolate, luego a tratar de dormir, porque al otro día había que levantarse para ir a abrir los regalos al pie del nacimiento.
Bien, pues dentro de ocho días quienes aún conservan su fe y religiosidad de la auténtica Navidad, asistir a la Santa Eucaristía a las doce de la noche, y a festejarla para quienes así lo quieran, a lo pagano, alegrándose con unos copetines, no de aquellos que están en la picota, o a lo puro chapín con tamal y ponche bien calientito, y…; ¡Felices Pascuas! para todos.