Conversiones inexplicables


Eduardo-Blandon-Nueva

Parte del capital humano con el que cuenta cada sujeto consiste en ser dignos de crédito. Las relaciones están fundadas en la credibilidad y cuando esta falta queda destruida toda posibilidad de relaciones auténticas. Nace la desconfianza y la sospecha, la duda de que todo lo dicho esté corroído de mentira.

Eduardo Blandón


Esa es la razón por la que en el pasado la palabra tenía un valor inmenso. Casi nadie quería comprometer su credibilidad a través de la verborrea y las palabras vacías. Hasta los políticos parecían empeñados en la virtud. Era cuestión de honra. Pocos se arriesgaban a ser considerados mendaces y dignos de poco crédito. Empeñar la palabra y consagrarse en ser consecuentes constituía un esfuerzo continuo.

Y esto no solo en la vida pública, sino en la privada también. Era horrorosa la decepción de quienes traicionaban la valía de estar hecho de una sola pieza. Un hecho así suponía la pérdida de amor y sobre todo del respeto que se merecía la persona. Por eso los padres inculcaban en los hijos el aprecio a la verdad, el cultivo de la virtud y la búsqueda constante de la honestidad.

No sucede lo mismo en nuestros días, donde los políticos hoy dicen una cosa y mañana otra. Es el caso de algunos de los doce apóstoles de la derecha, los que firmaron un comunicado público la semana pasada, que habiendo predicado con palabras y también con el ejemplo, la lucha por los más vulnerables (in illo tempore), ahora aparecen con un discurso que defiende a los poderosos.

¿En qué quedamos, son o no son? Sin duda no lo son y quizá nunca lo fueron. Lo cierto es que el comunicado firmado revela de cuerpo entero su verdadera naturaleza o al menos esa cintura política o debilidad de carácter que veleidosamente exponen al mundo. Y claro, como han perdido crédito, por más que digan que sus análisis se fundan en sentimientos puros por Guatemala, la verdad es que ya pocos les creen.

Para su fortuna, tienen de su lado al gran capital que dará patrocinio a sus aspiraciones económicas y a su deseo de figurar. No terminarán en la Siberia de la palestra pública, siempre estarán ahí, ofreciendo su pluma para defender los intereses de aquellos que en su juventud ni peregrinamente habrían imaginado.

Para los demás, son ese episodio oscuro que ninguno quisiera repetir. El misterio de una transformación extraña de la naturaleza humana. Una conversión inexplicable. ¿Sabrán ellos que extraviaron el camino? Judas fue consciente de ello, ¿por qué no pueden también sentir lo mismo?