Conversando con la psiquiatra


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Obcecarse con algo significa mantener una misma idea o postura de manera rígida. Cuando se permanece en este estado no hay razonamiento que valga. Existiendo un adormecimiento de los sentidos. No se oye no se mira, ninguna prueba contundente o no, es tomada en consideración para el cambio de una perspectiva.

Dra. Ana Cristina Morales


Cuando nuestro ser se encuentra involucrado de manera profunda con un sistema de creencias, sociales, políticas, mágicas y/o religiosas. Nuestro pensamiento sufre una obnubilación, es decir, se ve deteriorado a poder fluir y constar la realidad de una manera pertinente. Esto es lo que sucede cuando existe fanatismo. Toda situación, evento, acto y pensamiento se ve cuestionado por la reducción de la realidad a una interpretación de la misma.

Considero que este reduccionismo de la realidad lleva a complicaciones nefastas para poder mantener un diálogo entre las personas, para disminuir la violencia y la agresión interpersonal y aún la personal. Ya que muchas ideas surgen como imposiciones discretas o autoritarias a nuestro propio ser. La conducta se evalúa también de manera rígida, con un cuestionamiento severo a lo que corresponde hacer el mal o el bien. Por lo consiguiente, todo acto o idea podría ser calificado de pecaminoso y con ello se auto imponen castigos, y se enjuicia a los otros acaso, en una forma superficial. Y la verdad de la vida constituye una serie de interpretaciones de carácter superfluo.

¿Quiénes son los buenos? ¿Quiénes son los malos? Provoca grandes confusiones, debido que el veredicto del bien y el mal tiene un sesgo amplio. Además, unos cuantos se encargan de enjuiciar a otros, con la limitación que le impone su propio sistema de creencias. A lo largo de la vida uno comprende que no hay nadie tan bueno que no tenga algo malo y a la inversa, no hay nadie tan malo que no tenga algo bueno. Que los juicios habrá que dejárselos a la jurisprudencia y que lo mejor sería aprender a comprender dentro de una actuar tolerante la conducta humana.

La amplitud del pensar y el actuar es vista por algunos como una situación peligrosa, y tal vez como un desacato social. A los niños y niñas se les enseña a obedecer y nunca a cuestionar. A permanecer en una conducta “buena”, es decir, dócil, pasiva y receptiva. Al salir de esta normativa, aunque carezca de reglas claras, de lógica y congruencia. El niño también es juzgado como insurrecto, lo que implica que también está ejerciendo el uso de maldad.

La estrechez en el proceso del pensamiento implica una limitante en la vida para la capacidad de establecimiento de relaciones en una sociedad en pro de la paz. También limita la cabida de la autorrealización y disfrute de las personas. Por lo que considero importante el esfuerzo que se realice para encontrar un camino hacia un pensamiento amplio, que cuestione lo ya establecido, que proponga alternativas y soluciones y que ayude a una convivencia con las diferencias pero, dentro de la tolerancia.