El Real Palacio de los Capitanes Generales, en La Antigua Guatemala, continúa siendo el centro de la polémica, debido a que su restauración y uso público sigue en debate; en especial, vecinos de la Ciudad Colonial se quejan de una aparente privatización de ese patrimonio cultural.
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Por medio de los acuerdos Gubernativo 397-2007 y Ministerial 249-2008, el Real Palacio se registró a nombre del Ministerio de Cultura y Deportes y se cambió su uso para instalar allí un centro cultural, que, según los vecinos, “más nos parece que será un centro comercialâ€.
Por ello, el pasado 13 de octubre, vecinos organizados entregaron al Concejo de La Antigua Guatemala un oficio solicitando su apoyo para la recuperación de ese edificio histórico, así como la creación de una comisión mixta que contribuya a definir el uso del Palacio, una vez concluida su restauración. Ambos objetivos fueron aprobados.
El viernes 21 de octubre quedó integrada la Comisión Interinstitucional Palacio de los Capitanes Generales con miembros del Concejo Municipal, el Conservador de la Ciudad (CNPAG) y representantes de las asociaciones culturales y sociales de La Antigua Guatemala. Su primera acción fue enviar al presidente de la República, ingeniero ílvaro Colom su nota de fecha 31 de octubre de 2011, solicitándole derogar los acuerdos ya mencionados por ser claramente contradictorios al orden legal vigente y sobre todo porque atentan en contra de la autenticidad histórica del Real Palacio, edificado en el siglo XVI, como sede del poder político de la entonces Capitanía General del Reino de Guatemala.
CENTRO DE PODER
El Palacio de los Capitanes Generales de La Antigua Guatemala fue, desde su construcción, en el siglo XVI, sede de la Capitanía General del Reino de Guatemala y por lo tanto asiento del poder público. A lo largo de su historia ha funcionado como oficinas públicas, tal como la Gobernación Departamental de Sacatepéquez, y así lo ha identificado la población.
La primera construcción inició en 1558, y en ella se ubicaban las oficinas gubernamentales, administrativas y militares del Reino de Guatemala. También incluía un espacio denominado «Palacio Chico», residencia del capitán general. De acuerdo con Zoila Rodríguez, en su libro “El Real Palacio de Antigua Guatemala: Arqueología y Propuesta de Rehabilitaciónâ€, el primer edificio «…no era de gran capacidad, era de artesonado con portal, techando de teja y paredes de adobe».
El inmueble sería averiado a través de los años por los constantes sismos. Para los terremotos de San Miguel de 1717 fue reconstruido bajo la dirección de Martín de Porres, obras que al parecer duraron hasta 1736. Nuevos movimientos telúricos provocaron el inicio de otra reedificación en el año 1755, siendo uno de los principales encargados el Arquitecto Mayor Luis Diez de Navarro. El Palacio, con fachada de dos pisos y 54 arcos, fue terminando en 1764.
Como consecuencia de los terremotos de Santa Marta de 1773, y después de decidir el traslado de la ciudad hacia el valle de la Ermita, fue emitida una orden legal para trasladar todo lo utilizable al nuevo asentamiento. De esta manera, muchos objetos fueron sacados del Palacio, a excepción de las columnas de la fachada, posiblemente por su gran tamaño y peso.
En los años posteriores, las instalaciones fueron utilizadas como bodegas, lo que provocó daños en la estructura. En el siglo XX, luego de una nueva reconstrucción, pasó a ser sede de la gobernación departamental (1936).
CONTROVERSIA
El caso del Real Palacio continúa causando controversias por su restauración, ya que consideran que este proceso ha sido motivo para aprovecharse de la situación.
Los vecinos critican la incapacidad del Consejo Nacional para la Protección de La Antigua Guatemala (CNPAG), ya que no se pudo hacer cargo de la restauración requerida en 2006, lo que permitió que más actores se involucraran, incluyendo diputados al Congreso de la República, de donde se consiguió financiamiento.
Sin embargo, en este vacío de responsabilidades, el río revuelto permitió que nadie se hiciera responsable directamente de la restauración, permitiendo que muchas instituciones entraran a “dialoga†sobre este aspecto.
ONG, constructoras, ministerios, el CNPAG, diputados, etc., se disputaban los contratos y la aparente “autoridad†para decidir sobre este patrimonio cultural. Una ONG inició trabajos para sorpresa de los antigí¼eños, porque no había consenso en ello.
Ahora, temen por una privatización del espacio público, ya que el Palacio de los Capitanes ha sido uno de los patrimonios más queridos por los antigí¼eños, y temen que un centro cultural o, en el mejor de los casos, un museo privado, entre a funcionar, desechando que siga siendo un edificio público.
“Los vecinos insistimos en que es indispensable que la Gobernación Departamental regrese a su lugar de origen, así como que se instale una oficina de la Policía Nacional Civil de Atención a la Víctimaâ€, señalan los vecinos organizados.
Si desea expresar su opinión sobre el tema, se ha puesto a disposición en internet una encuesta que busca recopilar la expresión de vecinos y visitantes de La Antigua Guatemala.
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