La oposición demócrata se hizo del control total del Congreso de Estados Unidos al obtener mayoría en el Senado.
Tras unas elecciones legislativas el martes en las que los votantes castigaron al gobierno por la degradación de la situación en Irak, un veredicto que le costó el puesto al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
Los demócratas, que ya se habían asegurado el control de la Cámara de Representantes, lograron la mayoría en el Senado al ganar la última banca en disputa, en Virginia (este), según informaciones de medios de prensa locales divulgadas este miércoles.
El demócrata Jim Webb derrotó al influyente senador republicano George Allen en Virginia, permitiendo así a los demócratas sumar su banca número 51 en el Senado, contra 49 de los republicanos, de acuerdo a proyecciones de las cadenas de televisión NBC y CBS.
La Cámara de Representantes quedó bajo control demócrata por unos 30 escaños de diferencia.
Estos resultados condenan al presidente George W. Bush a una difícil cohabitación en sus últimos dos años de mandato, tras haber gobernado desde que asumió en el año 2000 con un Congreso que le fue funcional.
Los republicanos tenían la mayoría de la Cámara de Representantes desde 1994 y controlaban asimismo el Senado desde hace 12 años, con excepción de un breve periodo entre 2001 y 2003.
Antes incluso de conocerse el resultado en el Senado, Bush asumió la severa derrota.
«Como cabeza del Partido Republicano, comparto gran parte de la responsabilidad» de la derrota, admitió. Asimismo, sostuvo que el resultado se debió a la frustración de los estadounidenses por la falta de progresos en Irak.
«Sé que se especula mucho sobre lo que representan las elecciones en relación con la lucha que conducimos en Irak. (…) Reconozco que muchos estadounidenses votaron (…) para manifestar su descontento con la falta de progresos hechos en ese terreno», añadió.
Al tiempo de anunciar la salida de Rumsfeld del Pentágono -cargo que ocupaba desde 2001 y desde el cual fue responsable de la invasión de Afganistán primero e Irak después-, Bush confirmó la designación al cargo del ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Robert Gates.
Celebradas en un contexto generalizado de descontento por la marcha de la guerra en Irak y la economía, estas elecciones tuvieron en el polémico y cuestionado secretario de Defensa a una de sus más importantes víctimas políticas.
El funcionario de 74 años, el más antiguo miembro del gabinete de Bush, venía siendo cada vez más cuestionado por la situación en Irak, donde la violencia sectaria va en aumento, y donde en octubre murieron 103 soldados estadounidenses -la cifra más alta desde enero de 2005- para un total de 2.800 militares norteamericanos o personal asimilado fallecidos desde que comenzó la invasión en 2003.
La oposición demócrata había pedido reiteradamente la renuncia de Rumsfeld.
La demócrata de California Nancy Pelosi, que asumirá la presidencia de la Cámara baja y será así la tercera en la línea de sucesión presidencial, ya adelantó que va a trabajar por un cambio en Irak antes de que los electores renueven en 2008 otra vez la totalidad de los 435 escaños de la Cámara.
«Continuar (con la política actual) no ha hecho a nuestro país más seguro, no ha honrado nuestro compromiso con nuestros soldados y no ha reforzado la estabilidad en la región (Medio Oriente)», afirmó Pelosi.
A pesar de las diferencias, Bush abrió la puerta a una posible «área de entendimiento» con los demócratas: la economía.
Bush citó entre los temas a abordar, el salario mínimo, que los demócratas prometieron aumentar en las primeras 100 horas posteriores a la toma de control en el Legislativo, en enero próximo, o la financiación del sistema de seguro de salud y el de jubilaciones.
Las elecciones también permitieron a la senadora demócrata Hillary Clinton lograr la reelección en el Estado de Nueva York con el 70% de los votos, un resultado que consolidó sus aspiraciones presidenciales para 2008.
La oleada demócrata no se limitó al Congreso. La oposición ganó seis nuevos gobernadores, con lo que tendrá mayoría en los gobiernos de los 50 estados por primera vez en 12 años.
En estos comicios, los republicanos dilapidaron el capital que había logrado Bush en la comunidad hispana.
Bush reiteró el miércoles su deseo de lograr la aprobación de una reforma migratoria, que quedó bloqueada por la oposición de su propio Partido Republicano a la regularización de indocumentados.
El 73% de los electores hispanos apoyaron candidatos demócratas al Congreso y sólo un 26% optó por respaldar a los republicanos, muy por debajo del 40% que había alcanzado Bush en las elecciones presidenciales de 2004, según una encuesta a boca de urna del canal noticioso CNN.
La Casa Blanca empieza hoy a extenderle la mano a los demócratas, al insistir en un esfuerzo bipartidario en el tema de Irak, tras la abrumadora derrota del oficialismo republicano en ambas cámaras del Congreso.
Luego de una reunión con su gabinete, Bush recibirá a la próxima presidenta de la Cámara de representantes, Nancy Pelosi, y al congresista Steny Hoyer para una reunión de trabajo.
Dan Bartlett, asesor del presidente, dijo a CNN que Bush «aceptó los resultados de la elección y espera trabajar con sus nuevos colegas demócratas».
«Los próximos días y semanas son una oportunidad tanto para los demócratas como para los republicanos para discutir los difíciles desafíos que enfrentamos en esta guerra y esperamos lograr un mayor consenso. Ese era el mensaje que dio el pueblo estadounidense la noche del martes (día de las elecciones). Quieren a sus dos partidos en Washington trabajando juntos por resolver estos temas por el bien mayor del país», agregó.
Bartlett aseguró: «tenemos una oportunidad con este Grupo de Estudio sobre Irak bipartidario, miembros de los dos partidos políticos juntos para trabajar juntos para lograr un mayor consenso a un asunto crítico para la seguridad de nuestro país».
El Congreso creó en marzo ese grupo de trabajo, que fue puesto bajo la presidencia conjunta del ex secretario de estado republicano James Baker y el ex legislador demócrata Lee Hamilton.
Blair también pierde
La humillante derrota de los republicanos en la votación del martes en Estados Unidos acentuará la pérdida de peso político de su principal aliado en Irak, el primer ministro británico Tony Blair, que según expertos se halla «muy preocupado» por el terremoto que sacudió a Washington.
«Blair está muy preocupado por los resultados de la votación del martes, que enviaron (al presidente George W. Bush) una clara señal de cambio en Irak», dijo a la AFP el doctor Ali Ansari, experto en Medio Oriente de la Universidad de St. Andrews, en Escocia.