Mundialmente se debate el tema del derecho a la tenencia y portación de armas de fuego y sobre las necesarias regulaciones en aquellos países donde constitucionalmente está establecido ese derecho. La matanza ocurrida en Aurora, ciudad de Colorado en Estados Unidos, ha causado enorme conmoción especialmente por la forma en que fue perpetrada por un individuo altamente calificado que hubiera pasado prácticamente cualquier examen para verificar su capacidad de tener armas, y el trágico desenlace que costó la vida a una docena de personas y mantiene aún en condición crítica a muchas más.
Creemos que el Estado tiene la obligación de regular el derecho a la tenencia y portación de armas y que lo debe hacer con eficiencia. Si bien el derecho universal se consagra constitucionalmente en países como Guatemala y Estados Unidos, está demostrado que no todos los ciudadanos tienen la capacidad, el equilibrio emocional ni los valores necesarios para usar un arma.
Uno de los indicadores de alerta sobre el mal uso que se puede dar a las armas está en esa tendencia a abastecimientos extraordinarios de municiones que debieran alertar a las autoridades como una señal de peligro. En Guatemala, desafortunadamente, no existen verdaderos controles sobre esa materia y los que tienen armas pueden adquirir en las armerías las cantidades que deseen de balas para las pistolas o rifles que tengan registradas.
Nosotros no tenemos el problema de ese tipo de masacres cometidas por desequilibrados que actúan en sitios públicos como ha ocurrido ya tantas veces en Estados Unidos, pero sí tenemos una alta incidencia de violencia y criminalidad que se puede atribuir a la caótica falta de efectiva regulación sobre el derecho a la tenencia y portación de armas de fuego, puesto que basta la presentación de una constancia de carencia de antecedentes penales para que cualquier persona reciba la licencia respectiva.
Aparte, la cantidad de armas ilegales y sin registro que existe en el país es enorme, producto de esa cultura de la muerte en la que se le ha enseñado a la gente que los problemas se resuelven a balazos. En esas condiciones, es imperativo que se incrementen los controles y las penas para quienes portan armas en forma ilegal.
Y cuando se habla de reformar la Constitución, vale la pena colocar en el debate el derecho a la portación de armas, para decidir si se trata realmente de un derecho ciudadano que debe mantenerse y consagrarse o si, dada la experiencia y lo que se debate en el mundo entero, los particulares no tienen derecho a portar armas en la calle.
Minutero:
Hay que abrir el debate
sobre las armas de fuego
pues no se trata de un juego
ni de asustar con petate