Es frecuente observar contradicciones importantes en nuestro diario vivir. Mentirosos que se expresan de la verdad, ignorantes que sugieren conocimiento, ladrones que hablan de honradez, feministas que piden caballerosidad, personas que hablan del bien común y se aprovechan de las necesidades de otras; matar en pro de la paz y del amor.
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En fin existe una y otra manera de aguzar los sentidos para encontrar muchos o demasiados absurdos.
El concepto de contradecir: «Es decir lo contrario; actuar de manera distinta a lo que expresamos a través de nuestro lenguaje. La acción y efecto de contraponerse contra lo que se hizo o dijo antes, generando incompatibilidad».
Una de las maneras de decir «contradicción» en chino mandarín es maodun (矛盾). Mao significa «lanza», mientras dun significa «escudo». Se dice que hace mucho tiempo atrás había un comerciante de armas que vendía lanzas y escudos, y que siempre alardeaba de que sus lanzas eran las mejores del mundo y podían atravesar cualquier escudo, y que sus escudos también eran los mejores del mundo y que ninguna lanza las podía atravesar, hasta que un día alguien le preguntó: ¿y qué pasaría si una de tus lanzas se enfrenta a uno de tus escudos? Y así surge la palabra para esta idea, formada por la unión de «lanza» y «escudo».
Entonces la contradicción se basa en:
1. Afirmación de algo contrario a lo ya dicho o negación de lo que se da por cierto.
2. y a la oposición entre dos cosas.
Qué efectos genera en nosotras/os mismos esta conducta incongruente; la mayoría de las veces provoca enojo. Un enojo incontenible, incomprensible, avasallador dentro de nuestro interior y con mucha dificultad para identificarlo y exteriorizarlo de una manera sana. La manifestación de lenguaje y conductas contradictorias, contribuye al fortalecimiento de la deshonestidad. Y a la falta de credibilidad y confianza en la humanidad.
Al decir un discurso y contradecirlo en la práctica nos volvemos falsos y mentirosos. En muchas ocasiones tratamos a las otras personas como objetos despojándoles de sus derechos y de su propia humanidad.
Esta gran incongruencia nos afecta a nivel personal y social; ya que nuestra salud mental se encuentra basada en el nivel de correspondencia entre lo que pensamos, sentimos y actuamos.
En algunas oportunidades por el sentido de sobrevivencia propio y social, nos abstenemos a ser auténticos, genuinos y directos. Quien actúa de esta manera corre el riesgo de ser castigado y del ostracismo social.
Fijémonos un poco en la expresión del lenguaje cotidiano en nuestro país. Las personas son circunstanciales con el mismo. Para decir lo que realmente desean expresar, circulan con muchas palabras previas y a veces, o muchas de las veces, solicitan disculpas antes de hablar.
Todo ello contribuye a enfermarnos emocionalmente y físicamente. Debido a que tenemos dificultades para entender nuestras propias emociones y más aún para saberlas manejar y expresar de manera constructiva.
En conclusión, si deseamos fomentar el fortalecimiento de nuestra salud mental y de la salud en general en nuestra sociedad hemos de trabajar con las contradicciones que se expresan a nivel individual y social. Fomentando la utilización de mensajes concretos, directos, honestos, entendibles que ayuden al desarrollo de la congruencia entre lo que deseamos, pensamos, sentimos y hacemos. Humanizándonos cada día más, procurando fortalecer la honestidad a todo nivel.