Contra viento y marea


Dos trabajadores instalan

«La Danza» de Matisse, considerada una de las pinturas más hermosas del mundo moderno, es la estrella de una fascinante exhibición «De Rusia», que abre sus puertas esta semana en Londres, tras superarse una disputa legal y en un clima de tensión diplomática con Moscú.


Una empleada de la galerí­a observa

La muestra, que se abre al público el sábado, hasta el 18 de abril, reúne un centenar de obras provenientes de los cuatro principales museos rusos: el Hermitage y museo del Estado, en San Petersburgo, y el Tretyakov y el Pushkin, en Moscú.

«De Rusia: pinturas francesas y rusas 1870-1925» es «fascinante porque revela la producción artista rusa en un periodo de gran convulsión polí­tica y la interacción entre artistas rusos y franceses», señaló Ann Dumas, una de las curadoras de la exhibición.

Pero también por la historia que la acompaña – que ilumina la influencia de artistas y coleccionistas rusos en el desarrollo del arte moderno – y por las peripecias y sobresaltos que precedieron su inauguración.

Muchas de las 120 obras que han sido prestadas por Rusia a la Royal Academy fueron expropiadas en 1918 por Lenin a dos acaudalados coleccionistas rusos, Sergei Shchukin e Ivan Morozov, cuyos herederos reclaman una compensación financiera.

Por ejemplo «La Danza», que viajó a Londres por primera vez, fue expropiada a Shchukin, un magnate textil moscovita que compró no sólo todas las obras revolucionarias producidas por Henri Matisse, sino también decenas de obras de Gauguin, Monet, Picasso, entre otros, mientras Morozov acumulaba maravillas de Cézanne y de obras impresionistas y cubistas.

«Tuve miedo de que la muestra no viera la luz, debido al nerviosismo, totalmente comprensible, de las autoridades rusas, que temí­an que algunas obras fueran incautadas en Londres», explicó hoy el responsable del museo londinense, Norman Rosenthal.

«Por eso es que Rusia sólo aceptó prestar las obras luego de que Gran Bretaña adoptó el 9 de enero una legislación impidiendo que se incauten obras de arte cuya propiedad está en disputa», explicó Rosenthal, reconociendo las «intensas maniobras diplomáticas» que precedieron la exposición.