El presidente sudafricano Jacob Zuma deberá actuar con determinación para reducir el riesgo de la peor erupción de violencia racial desde el fin del apartheid, tras el asesinato el sábado pasado de un líder de la ultraderecha blanca, señalaban hoy analistas.
Sudáfrica «se encuentra de nuevo en un momento decisivo, al borde de un precipicio: las emociones son vivas y la población está dividida en dos bandos», escribió Raenette Taljard en un editorial del diario The Times.
El asesinato el sábado pasado del extremista blanco Eugene Terre»Blanche por dos obreros agícolas negros en su hacienda en Ventersdorp (noroeste) «requiere una respuesta desde el más alto nivel, matizada pero firme, que se comprometa más allá de los simples llamados a la tranquilidad y a la tolerancia», añadió.
Los dos obreros, de 15 y 28 años, fueron formalmente inculpados este martes.
Desde el anuncio de la muerte de Terre»Blanche, emblemática figura de los defensores de la supremacía blanca, el presidente Zuma ha llamado a negros y blancos a no responder a las provocaciones.
Durante un discurso en televisión, exhortó a los políticos de todos los bandos a ser ejemplos de «responsabilidad», con el objetivo de no poner en peligro la unidad del país.
Zuma envió a Ventersdorp a su ministro de Policía y al jefe de la Policía Nacional y las fuerzas de seguridad fueron desplegadas para evitar incidentes raciales que pueden convertirse en los peores desde que el país salió a inicios de los años 90 del régimen del apartheid (segregación racial impuesta por los blancos).
Sin embargo, las tensiones eran visibles el martes entre los negros y los blancos que acudieron al tribunal de Ventersdorp donde fueron inculpados los dos presuntos asesinos.
El desafío es de lejos el más difícil que enfrenta Zuma desde su elección hace un año, señala Siphamandla Zondi, del Instituto para el Diálogo Mundial en Johannesburgo.
El presidente debe responder a la vez a los temores de los granjeros blancos, cuyos miembros más extremistas se dicen víctimas de una «guerra de exterminación» llevada a cabo por los negros, y mantener una postura con la que se sienta identificada la mayoría negra que lo llevó al poder.
«El tiempo llegó para que Zuma demuestre sus cualidades de jefe de Estado, más allá de la política partidista», afirmó Zondi. «Debe elevarse para unir al país».
La tensa atmósfera tras la muerte del líder del Movimiento de Resistencia Afrikaner (AWB), responsable en los años 90 de atentados que buscaban minar el advenimiento de la democracia, recuerda la cólera suscitada entre los negros tras el asesinato del líder comunista Chris Hani en 1993.
En ese momento, el Congreso Nacional Africano (ANC) y su líder Nelson Mandela evitaron una revuelta de la mayoría negra.
Para conservar la paz, Zuma deberá dirigirse también a su propio bando y llamar al orden al jefe de las juventudes del ANC, Julius Malema, quien ha popularizado un canto de la resistencia contra el apartheid que exhorta a «matar al bóer» (granjero blanco), estiman los analistas de todos los bandos.
«Zuma no ha dicho nada aún sobre este canto y sus connotaciones raciales», señaló Susan Booysen, de la Universidad de Witwatersrand. «Como líder, tendrá que pronunciarse sin ambigí¼edad sobre la criminalidad que afecta a las minorías».
La AWB afirmó que la muerte de Terre»Blanche está directamente ligada a este canto, prohibido por la justicia pero defendido por el ANC, cuya letra refuerza los temores blancos: «Los cobardes tienen miedo, Mata, mata, mata al bóer, Mádre déjame, Mata, mata, mata al bóer».
Siphamandla Zondi
Instituto para el Diálogo Mundial en Johannesburgo