El acelerado crecimiento de la población guatemalteca, sin duda alguna, ha venido marcando en nuestro ambiente el franco deterioro humano y de los recursos naturales. Ello, se puede muy bien comprobar con las investigaciones científicas que se han venido efectuando en el país.
Sin embargo, lo que más preocupa son dos fenómenos repetitivos, especialmente en cada cambio que constitucionalmente se efectúa en Guatemala como parte de las elecciones generales, así: la falta de programa integrales en materia ambiental y la improvisación que en la aplicación de la casi nula legislación en el ramo descrito se ofrece a los habitantes del territorio nacional.
En el primer caso, quizás por falta de información, se ofrece mejorar todo lo relativo a la infraestructura administrativa, pero se soslaya la tecnificación y especialización que deberían poseer aquellas personas que se encargaran de trabajar en el ramo; y, segundo, la constante indiferencia en mejorar y actualizar la legislación propiamente ambiental nacional y que evidencia ser el país de la región más atrasado.
Lo últimamente escrito, se traduce en una total inaplicabilidad normativa ambiental y en la falta de conciencia ciudadana en cooperar para prevenir los efectos dañinos de la contaminación de su entorno. Estas cuestiones están íntimamente ligadas a la falta de acceso de las personas a la Justicia Ambiental y a la falta de participación pública ambiental. Sendos temas tratados en el XIX CONGRESO JURíDICO, recién celebrado en Guatemala.
Precisamente, la frialdad con que muchos sectores abordan, lo ambiental, se debe a esa profunda ausencia de programas educativos ambientales que deberían existir en el medio, y, se evidencia no sólo en lo ambiental, sino en lo cívico y en la preocupante conducta de muchos guatemaltecos de desconocer los principios de la solidaridad humana, y de la dignidad que deberían defender, esto, a tal extremo de no importar que les suceda a sus semejantes en tanto no se les dañe a ellos o a sus familias.
En consecuencia, la problemática descrita coadyuva a la falta de programas y políticas para frenar los avances de la contaminación del ambiente guatemalteco. Es más, tendríamos que analizar con amplio criterio las dos grandes etapas en que se han publicado los perfiles ambientales de la República de Guatemala, y comprobar el grado de deterioro en que nos encontramos.
En el año de 1984, se publicó el Perfil Ambiental de nuestra nación, tres tomos, y en el que participáramos un grupo multidisciplinario. Si bien es cierto, se lograron algunos progresos, por ejemplo el diseño de las áreas protegidas y la inclusión de la normativa ambiental en nuestra Constitución Política,________ y ello, sin ninguna clase de dudas, puede muy bien compararse con los últimos perfiles ambientales recién publicados por la UNIVERSIDAD RAFAEL LANDíVAR, EN LOS Aí‘OS: 2004 Y 2006, ES DECIR, DOS VOLíšMENES.
En consecuencia, las últimas dos décadas, únicamente han permitido que todos los fenómenos de la contaminación ambiental, se propaguen con la tranquilidad con la que muchos guatemaltecos ven el humo negro, emisión de gases, incendios forestales, envenenamiento de aguas por vertimiento de desechos de todo tipo, ruidos de la más irritante clase, mal manejo de los desechos, pérdida de flora y fauna, cambio climático, y la casi absoluta falta de programas educativos ambientales, entre otras cosas.
Ojalá que los futuros gobernantes, se pongan la mano en la conciencia, y con toda voluntad política, emitan programas que tiendan a disminuir el avance de la contaminación ambiental que tanto daño viene ocasionando a las presentes y futuras generaciones de guatemaltecos.