Constitución garantiza derechos a los detenidos


El Tribunal Supremo, que dictaminó hoy que los detenidos en la Bahí­a de Guantánamo, Cuba tiene el derecho a impugnar su detención en Estados Unidos.

La Corte Suprema de Estados Unidos declaró este jueves que la Constitución garantiza a los detenidos de la base naval norteamericana de Guantánamo el derecho a recurrir a la justicia federal, lo que representa un nuevo revés para la administración Bush.


Es la tercera vez que el más alto tribunal del paí­s rechaza los argumentos del gobierno sobre el centro de detención de Guantánamo, Cuba, que tiene unos 270 prisioneros, a pesar de la reprobación internacional casi unánime.

Por cinco votos contra cuatro, la Corte estimó que si bien Guantánamo es oficialmente territorio cubano, la base funciona de hecho como un territorio estadounidense donde se debe aplicar la Constitución.

La resolución señala que los detenidos «tienen el privilegio constitucional del hábeas corpus».

Esta decisión deberí­a permitir a los detenidos obligar al gobierno a presentar el conjunto de elementos que justifiquen su detención, un hecho que el gobierno rechaza por el momento en nombre de la seguridad nacional.

De este modo se le abren las puertas de los tribunales federales a los detenidos que quieran denunciar eventuales maltratos y sobre todo la legalidad de los tribunales militares de excepción, invalidados en junio de 2006 por la Corta Suprema pero reintaurados unos meses más tarde por el Congreso.

Casa Blanca examina decisión

La Casa Blanca anunció en Roma que está estudiando la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos que establece que la Constitución garantiza a los detenidos de la base naval norteamericana de Guantánamo el derecho a recurrir a la justicia federal.

Los colaboradores del presidente «estudian la decisión» de la Corte Suprema, indicó la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, quien declinó hacer más comentarios.

La decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos representa un nuevo revés para la administración de George W. Bush.

El presidente estadounidense celebra una gira de despedida en Europa y se encuentra en Roma donde realiza una serie de encuentros polí­ticos.

Es la tercera vez que el más alto tribunal de Estados Unidos rechaza los argumentos del gobierno de Bush sobre el centro de detención de Guantánamo, en Cuba, que tiene unos 270 prisioneros, a pesar de la reprobación internacional casi unánime.

Por cinco votos contra cuatro, la Corte estimó que si bien Guantánamo es oficialmente territorio cubano, la base funciona de hecho como un territorio estadounidense donde se debe aplicar la Constitución.

Esa decisión deberí­a permitir a los detenidos obligar al gobierno a presentar el conjunto de elementos que justifiquen su detención, un hecho que el gobierno rechaza por el momento en nombre de la seguridad nacional.

De este modo se le abren las puertas de los tribunales federales a los detenidos que quieran denunciar eventuales maltratos y sobre todo la legalidad de los tribunales militares de excepción, invalidados en junio de 2006 por la Corta Suprema pero reintaurados unos meses más tarde por el Congreso.

EL CENTRO


El centro de detención de la base naval estadounidense de Guantánamo (Cuba) se ha convertido en un sí­mbolo de los excesos de la «guerra contra el terrorismo» del gobierno de George W. Bush.

Más de 800 hombres y adolescentes pasaron por el centro desde que se inauguró en enero de 2002, y alrededor de 270 aún se encuentran allí­, la mayorí­a desde hace años, sin acusación y en condiciones de aislación.

Las celdas a cielo abierto -cuyas fotos dieron la vuelta al mundo- han sido invadidas desde hace un tiempo por la vegetación y las iguanas. Otro tanto ocurre con los galpones en los que se amontonaban los detenidos y que también están vací­os. Hoy la mayorí­a de los prisioneros se encuentra en celdas construidas en base al modelo de las cárceles estadounidenses de alta seguridad.

Los detenidos están únicamente en sus celdas, permanentemente iluminadas y de las que no salen más que dos horas por dí­a, para un recreo en un espacio apenas más grande. Los más peligrosos llevan un traje anaranjado. La mayorí­a están vestidos de color beige y los más cooperadores de color blanco.

Un solo detenido, el australiano David Hicks, fue condenado por un tribunal militar de excepción, tras haberse declarado culpable de apoyar al terrorismo en el marco de un acuerdo que redujo su pena a nueve meses de cárcel. Hoy está libre en su paí­s.

Otros 20 detenidos fueron inculpados de crí­menes de guerra, pero aún no ha comenzado ningún proceso.

Los dos potenciales sucesores de Bush –el republicano John McCain y el demócrata Barack Obama– se comprometieron a cerrar el centro de detención, con el argumento de que constituye una imagen desastrosa para Estados Unidos en el mundo, aunque no aclararon qué pensaban hacer con los prisioneros.

El propio Bush dijo en varias ocasiones que su «objetivo» era cerrar la prisión de Guantánamo, pero su secretario de Defensa, Robert Gates, reconoció recientemente que Estados Unidos se encontraba «arrinconado», sobre todo con los detenidos que no quiere conservar pero que no encuentran un paí­s de acogida.