Consideraciones en la dinámica de la indiferencia


ana-cristina-morales-modenesi

La indiferencia es una actitud en la cual la persona se sitúa en un punto lejano equidistante a la realidad que le circunscribe. Por lo cual, vive vidas paralelas omitiendo verdades con las cuales no desea involucrarse.

Esta falta de involucramiento con la existencia humana conduce a modalidades de desamor. Con el propio ser, en la apreciación y manera de actuar con  las demás personas, con cada ser viviente  y con la naturaleza  circundante.  Con la indiferencia ignoramos y despreciamos verdades aún antes de conocerlas.

Dra. Ana Cristina Morales Modenesi


La rutina es un posible elemento. Por ejemplo, alguien se torna  indiferente ante situaciones violentas que se convierten en cotidianas. Lo más probable es que al principio podrán ser muy vívidas y consternadoras, pero luego de su continua repetición, existe la posibilidad de que la persona decida dar vuelta a la mirada, negándose a sentir y a percibir, por lo cual no desea ser expuesta al contacto de esa realidad. Como parte de un mecanismo protector psicológico, tratando de negarla por no poder tolerarla. Esas mismas situaciones por su constancia y repetición pueden también llegar a interpretarse como “naturales”.

El surgimiento de sentimientos de impotencia, indefensión y de peligrosidad ante la posibilidad de implicarse en un compromiso respetuoso con la gente, la naturaleza y  eventos de vida. Provoca indiferencia y deslealtad anteponiendo la necesidad de sobrevivir.

De todas maneras la pregunta y  también respuesta  que pueda circular en la mente de la persona, podría ser ¿Para qué?  Ya que la creencia imperante  puede ser, haga lo que haga, las cosas no van a cambiar. Evocando el término de indefensión aprendido, estudiado por Martin Seligman, el que se refiere a la respuesta pasiva de un ser humano o animal,  que han aprendido derivados de su impotencia. Aun cuando devengan nuevas situaciones que impliquen oportunidades de cambio ante eventos indeseables y/o desagradables. Ya no se lucha, se da un vencimiento espontáneo. Como ejemplo predilecto, la incapacidad para la reacción descrita en los casos de maltrato a la mujer,  se observa como una consecuencia del deterioro psicológico que produce la violencia.

Es de reflexionar que esta indefensión aprendida pueda ser un componente importante en sociedades que viven la violencia  de una manera ordinaria. Ya que con frecuencia se observan consecuencias infortunadas, para quienes participan de manera activa en la búsqueda de la integridad.

Entonces… la gente se vuelve infiel a sus valores y principios de vida, se envuelve en cualquier clase de apasionamientos que obstaculicen ver una realidad que no desea y de manera probable necesita negar.  Pero, que también le proporcionan un mecanismo para dar una significación a su existencia, dentro de la cual requieren un reflejo que ayude a consolidar su propia identidad y ratifique que no se encuentra equivocada.  Que lo que hace está bien y no debería de ninguna manera sufrir cuestionamiento.

Con lo anterior se convoca a una condición sectaria, en donde irradian  ansias de poder. Que coadyuvan a otorgarle al indiferente un lugar propio, iluminado e incólume. En donde se establece un orden  de jerarquía de superioridad ante los demás.  Solamente quienes participen de sus apasionamientos serán gente de bien, los demás, pobres incautos que no saben lo que se encuentran haciendo, al fin de cuentas, ya se les ha informado de la única verdad, pero éstos no hacen ni el mínimo caso, por lo cual mejor  si son excluidos.

La indiferencia por lo tanto empobrece la capacidad de observación y análisis de la realidad, así como,  el pensamiento crítico,  la comunicación interpersonal, aísla, deshumaniza, obstaculiza el crecimiento personal y la convivencia en la tolerancia, armonía y solidaridad. La indiferencia también se ha descrito  como el peor castigo que un ser humano puede dar a otro, y agrego, así mismo. Y a manera de conclusión refiero una frase de un autor anónimo que dice: “Lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia”.  A lo que me atrevo a opinar que la indiferencia puede ser vista también como una expresión de odio o desamor y por lo tanto enferma.