Los conservadores iraníes salieron victoriosos de la segunda vuelta de las elecciones legislativas celebrada ayer, en particular en Teherán, pero los reformistas, debilitados por descalificaciones masivas de la autoridad electoral, resistieron mejor en el interior del país.
Los conservadores obtuvieron el 69% de los 287 escaños en el Parlamento (Majlis), contra el 16,4% para los reformistas y el 14,2% para los independientes, anunció hoy el ministro iraní del Interior, Mostafá Pur Mohammadi, en rueda de prensa.
Estos resultados comprenden la primera y la segunda vuelta de las legislativas.
Esto significa que según el recuento oficial, en la nueva Cámara habrá unos 200 diputados conservadores, unos 50 reformistas y 40 independientes.
El Parlamento iraní cuenta con 290 escaños, pero las elecciones fueron anuladas en la primera vuelta en tres circunscripciones por irregularidades.
En total, 82 escaños estaban en juego en esta segunda vuelta, tras la clara victoria de los conservadores en la primera ronda del 14 de marzo, durante la cual ganaron los dos tercios de los escaños.
Según resultados aún parciales pero que no deberían cambiar, los conservadores obtienen 10 de los 11 escaños en el distrito de Teherán, que comprende la capital y las ciudades que la rodean.
Un solo reformista, Alireza Mahjub, llegó en el undécimo lugar.
Los conservadores controlarían entonces 29 de los 30 escaños por Teherán.
En el interior del país, los reformistas resistieron mejor con más de 15 escaños en la segunda vuelta. De modo que en el nuevo Parlamento tendrán un grupo de unos 50 legisladores.
«Nueva esperanza para los reformistas» era en todo caso la primera plana del diario moderado Etemad.
Unos 40 candidatos independientes fueron elegidos en el Parlamento, sin que ello cambie la línea política controlada por los conservadores.
No obstante, esta mayoría está lejos de estar unida detrás del presidente ultraconservador Mahmud Ahmadinejad, que en las últimas semanas atacó reiteradamente a la «mafia económica» que en su opinión le impide aplicar su política económica.
Varios economistas reprochan a Ahmadinejad su política de inyección masiva de petrodólares en la economía porque produce una fuerte inflación, que aunque oficialmente es del 18,4%, en la realidad supera probablemente esa cifra.
Los conservadores, que se preocupan por las consecuencias sociales de una política semejante, critican también al presidente por sus discursos provocadores y por los reiterados cambios en el seno del gobierno.
Esta semana removió al ministro de Economía, Davud Danesh Jafari, y tras el anuncio de los resultados, dejará su puesto el ministro del Interior.
El ex presidente Akbar Hachemi Rafsanyani criticó la salida del gobierno de Mohammadi. Y la semana anterior, el presidente Ahmadinejad fue criticado por el presidente conservador del Parlamento, Ghola Ali Hadad Adel, quien dijo que adoptada decisiones «contrarias a la ley».
La crítica más reciente provino del jefe del Poder Judicial iraní, el ayatolá Mahmud Hachemi Shahrudi, que acusó a Ahmadinejad de «exageración y de propaganda engañosa», según la prensa iraní de hoy.
Estos ataques elevados de tono son raros, pero pueden estar vinculados con las elecciones presidenciales previstas para 2009, cargo al que aspiran otras personalidades conservadoras.