CONSEJAS POPULARES DE CUARESMA Y SEMANA SANTA


La tradición oral es muy rica en Guatemala. Siempre lo ha sido, desde los tiempos prehispánicos hasta la actualidad. Sus manifestaciones son en extremo originales y se relacionan con las distintas fiestas, ceremonias y conmemoraciones de la vida cotidiana.

Celso A. Lara Figueroa
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela

A continuación ofrecemos varias leyendas y consejas populares guatemaltecas que se narraban y narran aún por los viejos barrios de la ciudad de Guatemala los dí­as Viernes de Cuaresma después de asistir a las «velaciones» y a las «horas santas»; incluso en los atrios de las iglesias de nuestra ciudad. Estas consejas populares cimentan nuestra identidad y nuestro sentido de pueblo creador, multiétnico y pluricultural. He aquí­ alguna de ellas recogidas por el que escribe en los barrios de Candelaria, La Parroquia, La Recolección y San Sebastián.

La Dama de los Siete Sagrarios «Sucedió antes del terremoto de 1917. Un señor tení­a un landó y hací­a viajes por la ciudad; cierto Jueves Santo por la noche caminaba por la calle del cementerio, y una señorita vestida de negro y con velo en la cara, lo montó, y le pidió que la llevara a todas las iglesias a visitar sagrarios; así­ lo hizo el cochero. Al terminar los siete sagrarios, la mujer le pidió que la regresara al mismo lugar donde la habí­a encontrado; el cochero la llevó a las puertas del cementerio; ella entonces se bajó del landó, y le dijo que como no tení­a cómo pagarle en ese momento, que fuera a la dirección que en ese mismo instante le escribió en un papel, y que allí­ le pagarí­an el valor de la carrera; y para que le creyera le entregó una cadenita que tení­a en el cuello; después la mujer se internó en el cementerio. El cochero, a pesar de su extrañeza fue al otro dí­a a la casa que la dama le habí­a dicho, por el callejón de la Cruz; y cuál no serí­a su susto, cuando le dijeron que aquella muchacha, a la que habí­a llevado a ver Sagrarios, hací­a un año que habí­a muerto. (Creo que Mercedes se llamaba la patoja; sí­, estoy seguro que Adriana Mercedes era su nombre)».

Las Huellas del Niño de la Parroquia «Por aquellos dí­as se contaba que por la Parroquia, en la salida para Chinautla, todos los viernes a las doce de la noche pasaba un niño llorando. Queriendo vencer nuestra curiosidad, un viernes mi hermano y yo nos quedamos velando en la ventana de la casa. Cuando el reloj de La Candelaria dio las doce, oí­mos a lo lejos un gemido de Niño, tan triste y tan sólo que nos paró los pelos, y ya no pudimos abrir la ventana de lo asustado que estábamos; pasó el llanto del Niño cerca de donde estábamos nosotros, y luego se fue perdiendo en la lejaní­a. Al otro dí­a muy temprano salimos a la puerta, y vimos en la banqueta una hilera de gotas de sangre que el dí­a anterior no estaban; entonces decidimos seguirla, y lo hicimos por más de un kilómetro, pero no pudimos dar dónde terminaban pues se internaban en el campo: el domingo ya no estaban las gotas de sangre; el viernes siguiente volvimos a oí­r el llanto, pero ya no quisimos probar volver a salir; el sábado aparecieron otra vez las gotas de sangre (yo ya no vivo por allá, pero mis amigos me cuentan que aún hoy dí­a se oye a veces el llanto de aquel Niño Santo). Dicen que es el Niño Santo de la Parroquia que se sale de la iglesia a bendecir a las calles y callejones del barrio los Viernes de Cuaresma». Sirvan estas leyendas tradicionales de Viernes de Cuaresma, tomadas de la boca misma de sus protagonistas anónimos, para ilustrar sobre las hermosas costumbres de Cuaresma y Semana Santa en Guatemala.

Nueva Guatemala de la Asunción

Cuarto Viernes de Cuaresma

12 marzo de 2010