Los mejores expertos científicos se reúnen la próxima semana en París para determinar sus previsiones sobre el calentamiento del planeta, fruto de dos años de un trabajo destinado a conducir a los dirigentes de todo el mundo a hacer algo.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), con mandato de la ONU, se reunirá el lunes 29 de enero para terminar el capítulo científico de su cuarto informe.
El mismo debe confirmar la amplitud del calentamiento actual y dar fundamento a la acción de los dirigentes mundiales para contrarrestarlo.
Las previsiones de los modelos climáticos son cada vez más corroboradas en el terreno, indicó Jean Jouzel, climatólogo francés miembro del ejecutivo del GIEC: 0,8°C en un siglo, retroceso de los bancos de hielo del polo norte, fundición acelerada de los glaciares de Groenlandia y del pergelisol (suelos congelados) en Siberia y diminución de la nieve en el hemisferio norte.
La aceleración del calentamiento desde hace 30 años no puede explicarse sólo por una variación natural del clima. Las emisiones de gases con efecto de invernadero (GES), vinculadas al consumo de petróleo, gas y carbón, son consideradas las principales causas. La actividad humana ha terminado por modificar la composición de la atmósfera a partir del comienzos del siglo XX.
«Actualmente, el calentamiento promedio, como lo muestran las simulaciones, es de 3°C para 2100, pero todo dependerá de la forma en que evolucione la reducción de las emisiones de GES. Esto no sólo es incierto debido a los límites actuales de la ciencia, sino también por las dificultades para prever la evolución mundial de las economías y de la diplomacia», indicó Edouard Bard, del Colegio de Francia.
Los climatólogos están preocupados por posibles «efectos de tope», que podrían amplificar el recalentamiento, sin que sea posible por ahora «determinar los límites que no se deben cruzar», explicó Bard.
«Muchos fenómenos climáticos son no lineares y una superado cierto tope no se podrá forzosamente retroceder. Cuando se cae en un precipicio es inútil dar un paso atrás», ilustró.
Razón demás para actuar pronto y con energía, indicó Jouzel: «estamos en una escala de tiempo en la que, cuando se habla de generaciones futuras , éstas ya están aquí, son los niños de los jardines de infancia o de la primaria».
El GIEC, creado en 1988 por las Naciones Unidas para ilustrar a los dirigentes políticos, debe publicar sus previsiones sobre el recalentamiento, sus consecuencias y los impactos regionales, los medios de adaptación y las medidas de atenuación. O sea cuatro tomos cuya publicación se extenderá hasta noviembre de este año.
Desde el primer informe de 1990, la comunidad internacional ha adoptado la Convención de la ONU sobre el cambio climático y su protocolo, llamado de Kioto, para frenar la aceleración de sus emisiones de GES, que envuelven al planeta como un caso caliente. Los resultados son pobres por ahora.
«El tiempo apura», estimó a comienzos de enero, en París, el secretario general de la Convención, Yvo de Boer. «El informe del GIEC va a reforzar el sentimiento de urgencia, falta hallar los medios para traducirlo».
De las 1.000 páginas del informe científico, que ha movilizado a más de mil investigadores en dos años, los delegados harán en París una síntesis y, sobre todo, un «resumen para los que deciden» en una decena de países, de unas diez páginas, aprobado palabra por palabra por los expertos con mandato de sus gobierno.
«Se trata de llegar a un consenso aceptable para todos y que refleje honestamente el informe», comentó Jean Jouzel. «El proceso es pesado, pero permitirá expresarse al conjunto de la comunidad científica», subrayó.
Superados algunos topes de recalentamiento se podrían poner en marcha algunos efectos de amplificación, lo que aumentaría en forma imprevisible las temperaturas. Entre ellos:
Los océanos, al calentarse por efecto del aumento de la temperatura de la atmósfera, emitirían más vapor de agua (un gas con efecto invernadero) y en lugar de captar el CO2 podrían comenzar a liberar gas carbónico.
Las corrientes profundas del Atlántico norte han sufrido ya bajas de régimen. La Corriente del Golfo (Gulf Stream), que tempera las costas europeas, podrían frenarse, e incluso detenerse.
Los suelo helados o nevados (blancos), que reenvían los rayos solares al espacio, se transforma en suelos deshelados (oscuros) que los absorben, contribuyendo al recalentamiento. Por otro lado podrían liberar metano (gas que recalienta 56 veces más que el CO2). La respiración de los suelos podría verse afectada y podrían comenzar a lanzar CO2 en lugar de almacenarlo.
La fundición de los hielos: si la capa de hielo de Groenlandia se fundiera completamente, el nivel de los océanos se elevaría siete metros. Un sólo metro suplementario cubriría 17% de Bangladesh y amenazaría a ciudades costeras como Londres o Nueva York.
Es necesario aclarar el papel de las nubes, ya que pueden amplificar o moderar el recalentamiento, según su talla y su altitud.