Consecuencias de la privatización de Aviateca


Oscar-Marroquin-2013

Esta semana se anunció, con bombos y platillos, que Avianca ofrecía nuevas frecuencias de vuelos para los guatemaltecos y que habrá vuelo directo hacia Bogotá varias veces por semana. En el mismo comunicado la línea aérea explicó cómo quedaban las distintas rutas y al parecer la prensa no reparó en la disminución de la oferta de vuelos directos entre Guatemala y Miami, ruta que fue la más importante y lucrativa para Aviateca hasta que fue vendida en tiempos de Vinicio Cerezo y en la que había siete vuelos directos de ida y vuelta, mismos que ahora se reducen a tres.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Hace algunas semanas comenté de la cancelación abrupta de un vuelo de Miami a Guatemala y decía que ya se empezaba a sentir el efecto de la compra que la empresa colombiana Avianca hizo de la salvadoreña Taca que, a su vez, había absorbido en un negocio bastante oscuro, a la línea aérea guatemalteca; decía yo que dentro de poco se vería que los vuelos directos entre Guatemala y Miami serían eliminados y en cuestión de un mes se operó ese cambio.
 
 Publicitariamente se informa que aumenta la oferta de vuelos entre Guatemala y Miami pero las nuevas opciones obligan al menos a una escala en El Salvador y muchos de ellos a otra, menos explícita y hasta medio oculta en San Pedro Sula en la que no se cambia de avión. El caso es que el vuelo que antaño se podía hacer en menos de dos horas y media, ahora demandará por lo menos cuatro horas porque para la empresa colombiana el mercado guatemalteco no es importante y desde el punto de vista de la rentabilidad es más conveniente agrupar a todos los pasajeros en el hub que tienen en el aeropuerto salvadoreño.
 
 Afortunadamente el viajero guatemalteco todavía tiene otras opciones, pero la falta de competencia siempre perjudica al consumidor. El caso es que se habla tanto y tan bien de los efectos de las privatizaciones que vale la pena contrastar el resultado de la privatización de Aviateca con lo que ha ocurrido luego de la experiencia con Taca y ahora con la empresa Avianca. Fuera de los guatemaltecos que se colocaron como parte del negocio y que ocuparon posiciones ejecutivas primero en la empresa salvadoreña y ahora con la empresa colombiana, para el resto de habitantes del país el negocio que hizo Vinicio Cerezo terminó siendo algo lamentable, no sólo por los manejos oscuros en la venta de la línea aérea cuyo activo más importante eran precisamente las frecuencias obtenidas en el marco de la Quinta libertad del aire que obligaba a la reciprocidad, sino porque fue evidente que hubo un arreglo mediante el cual se ofrecieron especiales posiciones a los allegados al Gobierno que tuvieron que ver en el trinquete.
 
 El negocio de la venta de Aviateca fue muy criticado desde el principio, no sólo por la forma en que se valoró el activo nacional sino por la manera en que se concretó. Hasta los defensores de las privatizaciones se hicieron los papos frente a ese caso porque todo el mundo entendió que había más que gato encerrado en la cuestión pero, como siempre pasa en Guatemala, nunca hubo una investigación y mucho menos que se llegara a deducir las responsabilidades. Hasta la desfachatez con la que actuaron públicamente al premiar a los operadores del negocio se aceptó como algo natural.
 
 Sus pocos defensores dijeron que el público ganaría por mayor eficiencia y capacidad de la empresa salvadoreña que se adueñó de las frecuencias y derechos de rutas, que era lo valioso. El tiempo ha demostrado que la voracidad del mercado no sólo terminó dañando al consumidor chapín, sino que también acabó por llevarse entre las patas al consumidor salvadoreño que, como nosotros, hizo el papel de las sardinas en la fábula con el tiburón.