Conquistas revolucionarias


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“Con anterioridad a la entrega del Poder yo habí­a hecho saber públicamente que, ya expresidente, me quedarí­a en Guatemala los primeros noventa dí­as, a la espera de que en los tribunales de la República aparecieran acusaciones por faltas o delitos cometidos desde el alto cargo.” (Juan José Arévalo).

Factor Méndez Doninelli

 


La lucha y las conquistas sociales, económicas, polí­ticas y culturales logradas durante la década revolucionaria (1944-1954) a partir del triunfo de la Revolución democrático burguesa del 20 de octubre de 1944, han sido hasta ahora, insuperables. Toda la institucionalidad, acciones, programas, iniciativas de ley y polí­ticas públicas instituidas por los gobiernos revolucionarios de Juan José Arévalo y de Jacobo Arbenz Guzmán, fueron para desarrollar un modelo de paí­s cimentado en “un capitalismo moderno”, tal como lo propuso el presidente Arbenz en el histórico discurso el dí­a que asumió la Presidencia de la República.

Desde la elaboración y aprobación de una nueva Constitución Polí­tica, la promulgación del Código de Trabajo, la creación de instituciones sociales inéditas, hasta la aplicación de la reforma agraria, fueron actos y decisiones acertadas que abrieron la oportunidad para reducir la extensa y profunda brecha social prevaleciente, lograr una mejor distribución de la riqueza y sacar de la ignorancia, la pobreza y la marginación a amplios sectores de población históricamente olvidados y excluidos. La conducta ética y transparente de los gobernantes revolucionarios, fue caracterí­stica inconfundible de esos tiempos, así­ como la actitud de independencia y soberaní­a frente al gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, que los configuró internacionalmente como antiimperialistas, un hecho que levantó el aplauso y admiración de pueblos y gobiernos del Continente.

En uno de sus escritos denominado “La entrega del poder”, el presidente Arévalo, define su gobierno y recuerda:

“Entregué el Gobierno al presidente Arbenz como quien cede el comando de un tren en marcha. Fue una fiesta para el gobierno que se iba, con la frente alta y las manos limpias, cumplido el deber que las multitudes nos impusieron en diciembre de 1944. Y fiesta para el nuevo Gobierno, que recibe la casa limpia, la mesa puesta, los escritorios en regla, los engranajes rodantes aceitados: cosa sólo de empujar siguiendo las lí­neas trazadas en seis años de lucha doctrinaria.”

“Entregábamos al presidente electo, un Gobierno sólido sin deuda externa, con finanzas equilibradas, con un gran programa de obras públicas en camino. La misión histórica del arevalismo estaba cumplida. Fuimos, dentro de la Revolución, una corriente polí­tica que proporcionó al paí­s doctrina ideológica, doctrina izquierdista nacionalista. Fuimos un Gobierno democrático, socializante, culturalista.”

Del Gobierno de Arévalo se acentúa la obra cumplida en materia educativa: la dignificación del magisterio que elevó a los maestros al primer plano de la vida oficial, la construcción de escuelas “tipo Federación”, la fundación de la Facultad de Humanidades en la Universidad de San Carlos, la creación de escuelas normales rurales, los Núcleos Escolares Campesinos, los Centros Industriales Consolidados, el Instituto Indigenista Nacional, el Instituto de Antropologí­a e Historia, la Dirección General de Bellas Artes, la Confederación Deportiva Autónoma, el impulso de todo tipo de actividades artí­sticas, literarias y culturales, así­ como múltiples beneficios y oportunidades para la niñez, adolescencia y juventud de aquel momento.