Conocer los objetivos


La inutilidad de la Organización de Estados Americanos es algo que salta a la vista y que nadie puede objetar porque a lo largo de su historia no ha pasado de ser instrumento para mezquinos fines y aun cuando hay unanimidad de criterio como pasó con el caso de Honduras y el golpe de Estado, se ratifica que es una cacharpa inservible que ni siquiera cosquillas le hizo a Micheletti.


En ese sentido es comprensible el esfuerzo de los paí­ses de Latinoamérica y del Caribe de conformar una nueva alianza que los reúna y permita actuar de cara a la comunidad internacional con la identidad que otorga el compartir problemas muy comunes y propios de los paí­ses que forman parte del Tercer Mundo.

Sin embargo, es importante adelantar los objetivos que pueda perseguir la nueva organización multinacional, puesto que podrí­a tratarse de una nueva OEA sin Estados Unidos y Canadá, pero también podrí­a ser el inicio de un nuevo proceso de integración en la región que pudiera dar lugar al surgimiento de una Unión Latinoamericana que pueda seguir los pasos, por ejemplo, de lo que ha sido la Unión Europea.

Las diferencias ideológicas existentes son vistas como un valladar insalvable, pero hay que recordar que en Europa también conviven y han convivido gobiernos de las más opuestas tendencias, sin que ello impida la adopción de polí­ticas comunes que persiguen una real integración dentro del respeto de la soberaní­a e independencia de cada uno de los Estados, incluyendo desde luego el derecho de todos a darse un gobierno con la ideologí­a que decidan las mayorí­as. La forma en que conviven los socialistas de España y los de Inglaterra como gobiernos conservadores, como los de Francia y Alemania, son una muestra de cómo es posible lograr ese mutuo respeto a pesar de controversias que puedan ser muy fuertes. Y si nos fijamos en detalles como la confrontación virulenta entre Chávez y Uribe, hay que recordar la forma en que el Presidente de Francia trató con enorme desprecio a su colega español, lo cual molestó, sin duda, pero no causó problemas al sistema de integración.

No tenemos aún, ciertamente, la madurez de pueblos con una mayor cultura democrática, pero eso se aprende y recordemos también que el más cercano referente nuestro, que es España, viví­a hace menos de medio siglo bajo una dictadura oscurantista que mantuvo al paí­s en el atraso y, pese a ello, hoy es un paí­s que preside de pleno derecho temporalmente la Unión Europea.

La decisión de integrarse y de crear un nuevo instrumento para ese fin es alentadora, sobre todo porque significa que esa vetusta e inservible OEA tendrá ya sus dí­as contados.