Congo quiere que la fuerza de paz de la ONU en el país «neutralice» un nuevo movimiento rebelde y una fuerza que participó en el genocidio en Ruanda en 1994, y que proteja la tensa frontera con el vecino país.
El canciller del Congo Raymond Tshibanda N’tunga Mulongo llamó además al Consejo de Seguridad a imponer sanciones contra aquellos nombrados en un reporte de la ONU en julio que acusó a altos funcionarios de Ruanda de ayudar a crear, armar y apoyar a los nuevos rebeldes M23 dentro del Congo — así como contra los líderes del movimiento.
Mulongo realizó una conferencia de prensa luego de discusiones esta semana con el Consejo de Seguridad y el panel que escribió el reporte.
La canciller de Ruanda Louise Mushikiwabo, que ha negado vehementemente las acusaciones, estuvo también en la sede de la ONU esta semana para reunirse con el panel y miembros del consejo para protestar por las conclusiones del deporte.
El oriente de Congo, de grandes riquezas minerales, enfrenta su peor incremento en combates en varios años, lo que ha obligado a unas 280 mil personas a abandonar sus casas.
Los combates aumentaron en abril cuando desertores del ejército que se llaman a sí mismos Movimiento M23 lanzaron una rebelión para demandar mejor paga y amnistía por crímenes de guerra.
Ruanda culpa al Congo por el incremento de la violencia, pero Mulongo dijo que la evidencia en el reporte del panel indica claramente el involucramiento de Ruanda.
El conflicto en el oriente congoleño es una secuela del genocidio de 1994. Centenares que participaron en las masacres escaparon al Congo y siguen combatiendo allí. Los rebeldes del M23 son una encarnación de un grupo de tutsis congoleños formado para combatir a los rebeldes hutu ruandeses en Gongo.