Confí­an en retrocesos de la pena de muerte


En la actualidad, unos 140 paí­ses han abolido la pena de muerte o aplican una moratoria para la ejecución de las penas, cuando hace 20 años eran apenas unos 50. FOTO LA HORA: ARCHIVO

Los participantes en un congreso contra la pena de muerte en Ginebra vislumbran luces de esperanza para su abolición en el mundo, pero tanto en Estados Unidos como en China e Irán todaví­a falta recorrer un largo camino para lograrlo.


Hablando en nombre de la Unión Europea, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodrí­guez Zapatero, indicó durante la inauguración del congreso que esperaba conseguir una moratoria universal de la pena de muerte de aquí­ a 2015.

En la actualidad, unos 140 paí­ses han abolido la pena de muerte o aplican una moratoria para la ejecución de las penas, cuando hace veinte años eran apenas unos cincuenta.

«No podemos contentarnos con esto», señaló Zapatero, mientras que la viceministra noruega de Asuntos Exteriores, Gry Larsen, indicó que la lucha contra la pena capital se encuentra hoy «en un momento crucial».

Ambos resumen el optimismo de los adversarios de la pena de muerte, que creen que llegó el momento de cambiar la ley en paí­ses como Estados Unidos y China.

El estado de Nuevo México, en Estados Unidos, abolió en marzo de 2009 la pena de muerte, considerándola demasiado costosa en tiempos de recesión. Su eliminación podrí­a ahorrar al estado un millón de dólares (740.000 euros) cada año.

«La crisis económica golpea hasta a la pena de muerte», señaló con ironí­a Joaquí­n José Martí­nez, un español de 38 años que pasó tres años en el corredor de la muerte en Florida, tras un juicio por doble homicidio. Martí­nez fue absuelto en 2001.

«Antes de que me sucediera, yo tení­a 24 años, una esposa y dos hijas pequeñas, un buen coche, un buen trabajo, el sueño americano… Yo era partidario decidido de la pena de muerte», indicó.

En Estados Unidos, el único paí­s occidental industrializado en permitirla, la opinión pública sobre el tema comienza tí­midamente a cambiar.

«La pena de muerte, cuando es ejecutada, es un ritual secreto, que se lleva a cabo tras los muros de una prisión, a menudo a medianoche», explicó la monja católica estadounidense Helen Prejean, que acompañó hasta el final a seis condenados a muerte. Dos de ellos no eran culpables, según Prejean.

«La gente no tiene la menor idea sobre el tema, y nunca han reflexionado verdaderamente sobre éste», indicó la religiosa, añadiendo que el trabajo de sensibilización comenzado en los años ochenta comienza a dar sus frutos.

En 2009 por primera vez un sondeo mostró que, si fueran jurados en un juicio, más estadounidenses optarí­an por escoger la cadena perpetua (48%) que la pena de muerte (47%), afirmó Prejean.

Cerca del 90% de las penas de muerte se ejecutan, según Amnistí­a Internacional, en cinco paí­ses: China -donde fueron ejecutadas 1.700 personas en 2008-, Irán, Arabia Saudí­, Estados Unidos y Pakistán.

En China, primer paí­s en número de ejecuciones, «hay un movimiento fuerte» en contra, indicó el relator especial de Naciones Unidas para ejecuciones extrajudiciales, Phillip Alston. La corte suprema recientemente dictó nuevas reglas más exigentes para los tribunales, que podrí­an reducir en una tercera parte el número de condenas a muerte, indicó Alston.

Aún así­, varios de los 53 paí­ses que la permiten aún en Asia, ífrica y el Medio Oriente no están listos para su abolición.

«La única cosa que se necesita en Irán para abolirla es la democracia», indicó la abogada iraní­ Shirin Ebadi, premio Nobel de la paz en 2003, recordando que menores de edad han sido ejecutados y que la lapidación sigue vigente.