El resultado de la conferencia internacional sobre la seguridad en Irak dependerá tanto de lo que suceda entre bastidores como en el escenario, mientras todas las miradas están fijas en Estados Unidos y sus enemigos declarados, Irán y Siria.
El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, convocó a la conferencia que se llevará a cabo el sábado en Bagdad para pedir a sus vecinos y a las grandes potencias que presionen a los grupos armados para detener la ola de violencia que enluta a Irak.
Estados Unidos, que en varias oportunidades ha acusado a Irán y a Siria, su aliada, de fomentar la violencia en Irak, afirmó que asistirá a esta conferencia y no descarta eventuales contactos entre los emisarios norteamericanos y los iraníes o sirios.
Los vínculos con Siria, que anunció su participación en esta conferencia, y Estados Unidos, muestran señales de un descongelamiento. Estados Unidos ha indicado que enviará a un alto funcionario a Damasco por la primera vez en dos años.
Por su parte, Irán informó que asistirá a esta conferencia «para ayudar al gobierno y al pueblo de Irak», y que estará representado por el viceministro de Relaciones Exteriores, Abbas Araghchi.
Sin embargo, la cancillería iraní destacó que no están previstas conversaciones bilaterales con responsables norteamericanos en Bagdad.
El embajador de Estados Unidos en Irak, Zalmay Jalilzad, dijo que todavía no se ha tomado ninguna decisión sobre eventuales conversaciones norteamericano-iraníes.
Los dos países no tienen relaciones diplomáticas desde que Estados Unidos cortó los vínculos después de que su embajada en Teherán fue ocupada por estudiantes islamistas, luego de la revolución.
Al parecer, cuando elaboró la lista de invitados con sus asesores, Maliki esperaba que una de las consecuencias sería una reunión entre Estados Unidos –su principal respaldo– e Irán.
«Creo que esta conferencia será una oportunidad para que Teherán y Washington se reúnan privadamente en forma paralela», dijo Sami al Askari, un legislador chiita y consejero político del jefe de gobierno.
Sin embargo, este encuentro estará centrado en hacer frente a la guerrilla y la guerra religiosa que continúa devastando al país casi cuatro años después de la invasión dirigida por Estados Unidos, en marzo de 2003.
«Nosotros pediremos a todos los países vecinos que cesen de interferir en los asuntos iraquíes y que presionen a los grupos armados con los cuales tienen vínculos para que pongan fin a la violencia», añadió.
Siria, Irán, Turquía, Jordania, Arabia Saudita, Kuwait, Egipto, y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Gran Bretaña, China, Francia, Rusia y Estados Unidos), así como la Liga Arabe y la Organización de la Conferencia Islámica, fueron invitados a esta conferencia.
La mayoría de estos países indicó que enviará emisarios al encuentro del sábado, que está destinado a preparar una reunión a nivel ministerial en abril.