Condenan a tres hombres por ataques fallidos


Veredicto. Imágenes de archivo de los tres hombres que fueron allados culpables por organizar un ataque terrorista.

La justicia británica declaró el lunes culpables de complot terrorista a tres hombres acusados por los atentados fallidos del 21 de julio de 2005 en Londres, dos semanas después de los ataques suicidas que dejaron 52 muertos entre los usuarios de los transportes públicos londinenses.


Muktar Said Ibrahim, de 29 años, Yassin Omar, de 26, y Ramzi Mohammed, de 25, fueron declarados culpables de conspirar para cometer asesinatos, después de seis meses de proceso en el tribunal de Woolwich Crown, al sureste de Londres.

El jurado del tribunal de Woolwich, en Londres, todaví­a debe emitir su dictamen sobre otros tres hombres acusados –Hussain Osman, de 28 años, Manfo Kwaku Asiedu, de 34, y Adel Yahya, de 24– por los mismos atentados fallidos.

Estos se produjeron 14 dí­as después de que cuatro kamikazes se hiciesen explotar en varias estaciones de metro y un autobús de la capital británica matando a 52 personas, sin contar a los suicidas que también murieron.

El veredicto parcial por los hechos del 21 de julio de 2005 se produjo tras siete dí­as de deliberación del jurado y en medio de un gran interés de los medios de comunicación británicos tras los tres fallidos ataques en Londres y Glasgow (Escocia) de finales de junio por los que ocho sospechosos se encuentran detenidos.

En cuanto a los atentados fallidos del 21 de julio, éstos fueron cuatro, con métodos operativos similares a los del 7 de julio y realizados de forma casi simultánea en tres lí­neas de metro y en un autobús a media jornada.

El quinto sospechoso visiblemente tuvo miedo y lanzó su mochila cargada de explosivos en un matorral. El sexto habí­a participado en los preparativos pero abandonó el Reino Unido seis semanas antes.

El fiscal Nigel Sweeney acusó a los seis hombres, musulmanes de origen africano y residentes en Londres, de haber preparado durante casi cuatro meses esos «ataques suicidas mortí­feros», como parte de un «complot musulmán extremista».

Sus protagonistas –que durante el proceso rechazaron los cargos en su contra– fueron descritos como jóvenes «kamikazes en potencia», resueltos a participar en la yihad (guerra santa).

El fiscal explicó cómo los jóvenes acusados habí­an transformado el apartamento de uno de ellos, en el norte de Londres, en un «taller de bombas».

Los acusados almacenaron en ese apartamento harina, 440 litros peróxido de hidrógeno lí­quido, pilas, bombillas y ácido, utilizados para fabricar sus bombas artesanales.

Según la reconstrucción de los hechos, Mohammed fue el primero que intentó accionar la carga explosiva que llevaba consigo mientras se encontraba al lado de una mujer y de su hijo de nueve meses.

El fallido kamikaze actuó alrededor de las 12H30 locales en un convoy cerca de la estación de metro de Oval Station, al sur de Londres. Cuando un bombero fuera de servicio que se encontraba en el lugar le increpó qué estaba haciendo, Mohammed respondió que lo que salí­a de su mochila era pan, contó la acusación.

Alrededor de diez minutos más tarde, Omar detonó su carga, con un impacto limitado, en un convoy de metro en Warren Street, en el centro de Londres. Unos 20 minutos después, Ibrahim intentó hacerse estallar, también fallidamente, en un autobús de Shoreditch, al este de la capital británica.

Los tres lograron escapar y se escondieron tras sus fracasadas tentativas de atentado, pero varios dí­as después fueron localizados y detenidos por la policí­a.

Según la acusación, Ibrahim era el lí­der del grupo y estuvo entrenándose en bases islamistas en Sudán, en 2003. En diciembre de 2004 siguió su entrenamiento en Pakistán, donde coincidió con dos kamikazes de los atentados del 7 de julio.