Condenan a «Alí­ el quí­mico»


Ali Hassan conocido como

Nueva sentencia de muerte para «Alí­ el quí­mico», verdugo de chiitas y kurdos.


El verdugo de los rebeldes chiitas iraquí­es Alí­ Hassan al Majid, apodado «Alí­ el quí­mico» por haber gaseado a poblaciones kurdas, se limitó a decir «Gracias, Dios mí­o», al ser sentenciado ayer por segunda vez a muerte por un tribunal de Bagdad.

El Alto Tribunal Penal iraquí­, que funciona en la ultraprotegida «zona verde» de Bagdad, también condenó a la pena capital a Abdel Ghani Abdel Ghafur, jefe del partido Baas en el sur iraquí­ en el momento del levantamiento chiita de 1991, sofocado por el gobierno del presidente Saddam Hussein.

Alí­ Hassan, de 67 años, primo de Saddam Hussein, ocupaba en ese momento el cargo de ministro del Interior, después de haber sido gobernador militar de Kuwait cuando fue invadido por Irak en agosto de 1990.

El aplastamiento de la rebelión chiita causó unas 100 mil ví­ctimas en las provincias del sur, según la acusación.

La rebelión, desencadenada por soldados desmoralizados por la derrota del ejército en Kuwait y por civiles en Basora, se extendió rápidamente a otras ciudades del sur, como Nadjaf y Karbala, centros religiosos chiitas, antes de ser aplastada por cuerpos de elite del régimen baasista, ante la pasividad de las fuerzas extranjeras desplegadas en la región.

«Alí­ el quí­mico» ya habí­a sido condenado a muerte en junio de 2007 por su papel en la matanza de 182 mil kurdos de Irak en 1987 y 1988, con bombardeos de sustancias quí­micas. Esa sentencia fue confirmada el 4 de septiembre.

El inculpado fue detenido tras el derrocamiento en 2003 del régimen de Saddam Hussein por una coalición militar liderada por Estados Unidos. Saddam fue ejecutado en la horca en diciembre de 2006.

Alí­ Hassan «nunca manifestó el más mí­nimo arrepentimiento por sus actos», dijo después del veredicto emitido hoy el presidente del Alto Tribunal Penal, Mohammad Oraibi, que también habí­a conducido el juicio por la matanza de kurdos.

Abdel Ghani Abdel Ghafur se mostró desafiante al oí­r su sentencia a la pena capital.

«Abajo la ocupación», «Abajo los colaboradores», «Victoria, Yihad (guerra santa), Liberación», gritó el ex jefe del partido Baas.

El presidente del tribunal siguió leyendo su sentencia, sin que el acusado cesara de increparlo. «Alá es grande», «Dios me convierte en un mártir», gritaba, hasta que el juez le respondió: «Fuera de aquí­, sucio baasista».

Cuando el juez indicó que enviarí­a el expediente al Tribunal Supremo, Ghafur le lanzó: «No quiero que enví­e mi expediente, quiero morir como un mártir de la nación».

Otros cuatro inculpados fueron condenados a penas de prisión perpetua, seis recibieron 15 años de cárcel y tres fueron absueltos.

«Todos merecí­an la horca, pues estaban acusados de lo mismo, pero los cinco jueces del Alto Tribunal decidieron no dictar penas capitales contra quienes se hubiesen arrepentido y pedido perdón», refirió Oraibi.

Hussein Rachid al Tikriti, que habí­a sido condenado a muerte como ex subjefe de operaciones de las fuerzas armadas en el juicio por la masacre de kurdos, fue sentenciado esta vez a cadena perpetua.

Los veredictos fueron celebrados en la ciudad santa chiita de Najaf.

«Cuando era niño, tuve que huir al desierto con mi familia y vi los crí­menes del ejército del régimen. Hoy, Dios ha dado su veredicto», dijo Ahmed Nuri, un obrero de la construcción, de 25 años.