Todos los seres humanos somos susceptibles de cometer errores, incluso en el desempeño de nuestras actividades profesionales; pero esos desaciertos son más visibles cuando salen a luz pública en los medios de comunicación masiva, sobre todo si los cometemos los periodistas, porque quienes ejercemos este oficio deberíamos procurar escribir gramaticalmente correcto.
No me refiero, por supuesto, a los presentadores de noticiarios o narradores y comentaristas de fútbol que son pródigos en elogios recíprocos, porque se sacrifican en aparecer ante las cámaras de TV en beneficio de los televidentes, como si no recibiesen honorarios y no fuera su deber laboral en las empresas que también se derraman incienso.
Citaré, inicialmente, una aberración que creí que no volvería a leer en un diario, especialmente después de que durante varias semanas se estuvo escribiendo hasta la saciedad en torno a la abdicación del papa Benedicto XVI y la subsiguiente elección de su sucesor.
Durante los días previos a que el cardenal Jorge Mario Bergoglio fuera elegido el nuevo pontífice de la Iglesia Católica, leíamos en publicaciones que los purpurados escogerían en un cónclave al líder de mil 200 millones de católicos diseminados en todo el mundo. Las informaciones periodísticas indicaban detalladamente que la elección se realizaría a puerta cerrada, y de ahí la palabra cónclave, que significa “con llave”, o sea que en esa clase de asambleas no se permite el ingreso de personas ajenas al selecto número de cardenales.
Pensé que en el futuro mis colegas comprenderían el significado de “cónclave”; pero, para mi asombro, el pasado sábado el diario Siglo.21 encabeza nada menos su editorial con este titular “Un cónclave estratégico”. Al leer la opinión autorizada del matutino me enteré que más de 1,300 líderes empresariales, políticos y sociales asistieron a un congreso, dándose a conocer pormenores de la convención, lo que denota que reporteros y fotógrafos asistieron a esa reunión masiva. No estuvo, pues, restringido el acceso al sitio de la actividad efectuada.
No faltan funcionarios que son ejemplo en derrochar barbaridades idiomáticas y en la inaudita creación verbal, como el administrador-liquidador de Fonapaz, Rony Abiú Chalí, quien declaró a La Hora que “Se ha trabajado en el plan de trabajo, manuales internos y procurar el gerenciamiento” (sic) de la unidad ejecutora. ¡Qué gerentazo!
Quien se lleva las palmas es el portavoz del Sistema Penitenciario. Saboree usted este manjar dialéctico: “A las 09.30 se da una situación que está bajo investigación en una línea supuesta de hipótesis, que en el área temporal de reclusión de reos donde se realizan requisas sorpresivas se dio una situación supuesta donde privados de libertad incumplieron con determinadas instrucciones”. ¡Qué chulada de sintaxis, don Rudy Esquivel!
No continúo por falta de espacio, porque ejemplos sobran, especialmente en las secciones deportivas, en las que repetitivamente equipos y atletas “tocan la gloria”.
(El piadoso Romualdo Tishudo asegura que leyó en un artículo de opinión esta fina frase: –Todo tiempo pasado fue anterior).