CON TUS PROPIAS MANOS


César Guzmán
cesarguzman@yahoo.com

Un joven miraba lánguidamente a varios pescadores que alegremente sacaban hermosos peces del cristalino arroyo.

Acercándose un poco preguntó a uno de ellos cuántos peces llevaba en su cesto, a lo que el pescador contestó que más de veinte.

¡Si fueran mí­os… serí­a muy feliz pues podrí­a venderlos y obtener ropa y comida! Dijo el joven.

Otro pescador que secuchaba la conversación le dijo al joven:

Yo te daré los veinte pescados si tan sólo me haces el favor de sostenerme la caña dentro del agua mientras voy a hacer una diligencia que me llevará poco tiempo.

Gustosamente el joven se instaló donde se le indicó, empezando a impacientarse pues el pescador no vlví­a pero de pronto empezó a ver que los peces picaban casi tan rápido como él podí­a desprenderlos del anzuelo y echar ésto nuevamente el auga. Cuando el hombre volví­o tomó los viente pescados diciéndole:

Te doy lo prometido y además esta lección:Cuando veas a otros adquirir con su esfuerzo y su trabajo lo que tú necesitas, no malgastes tu tiempo en inútiles lamentaciones; ¡Echa tú tambí­en tu propio anzuelo!

La dificultad no está en alcanzar las cosas;

sino en decidirse a luchar por ellos.