La mayoría de los guatemaltecos sentimos dentro de nuestro yo, dentro del ambiente que nos rodea, la necesidad de buscar y encontrar la evolución social de nuestro país, el deseo de una vida mejor es permanente y se le ha tratado de encontrar el cómo de una u otra forma desde 1944.
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La más reciente manifestación de búsqueda de una vida mejor es la inmigración legal o no que millón y medio de mujeres y hombres, incluyendo adolescentes, han efectuado, persiguiendo mejorar sus condiciones económicas y sociales. Arriesgan la vida, se exponen a quedar mutilados subiéndose o arrojándose de un tren, aceptan las penurias, los riesgos, las vejaciones, invierten recursos importantes para ellos y su familia pagando a quienes los llevan hacia otro país buscando un sueño, una mejor oportunidad para ellos y también para los que se quedan atrás. La comprobación de su logro es el enorme número de remesas económicas que con sacrificio envían, que son la principal fuente de combate a la pobreza en nuestro país. Todo ello evidencia que con razón, sacrificio y con fuerza, los guatemaltecos luchan por una transformación y superación.
Este ejemplo debe motivar y obligar a quienes dicen ser los líderes, los miembros de los comités ejecutivos de los partidos políticos, para comprender, reconocer y aceptar que no pueden continuar siendo exclusivamente medios de propuesta de candidatos a la Presidencia, Vicepresidencia, Congreso y alcaldías, cada cuatro años.
Los partidos políticos en nuestro país se mantienen subdesarrollados, su agenda es electoral, su objetivo es: que el jefe, los amigos del jefe, los parientes del jefe, los amigos de los parientes del jefe puedan aspirar a ser parte del Ejecutivo, del Congreso o de una alcaldía, olvidándose que el principal rol de un partido es el intermediar día a día, durante los cuatro años de gobierno, en la búsqueda de las soluciones a los problemas nacionales, departamentales y municipales.
Mientras los líderes políticos no estén dispuestos a sacrificar sus intereses individuales y familiares, los partidos no se consolidarán.
Los principios partidarios los puede contener un manual porque el papel aguanto todo, pero pasar de la letra muerta a la práctica es precisamente lo que los partidos no han sabido, no han querido o no han podido hacer; ello explica el corto ciclo de vida de los partidos en Guatemala.
No podemos continuar respetando el liderazgo político de ninguna persona que no esté dispuesta a exponerse, abandonar su comodidad, a fajarse. El objeto de un líder político no es sólo criticar al gobierno de turno para encaramarse en el próximo gobierno, el objeto de un partido debe ser el desarrollo de sus afiliados, de su organización en los 332 municipios y ante todo la representación de los ciudadanos con sus planteamientos sociales y económicos.
Hablar de seguridad, hablar de desarrollo social, hablar de economía debe ser en teoría y práctica. Los partidos políticos deben de utilizar la razón, la fuerza de forma civilizada para lograr en conjunto la intermediación permanente que permita ser la expresión y la solución de los problemas de todos los guatemaltecos. Son los hechos los que respaldan a un partido, a un gobierno, no las palabras.