Con olor a coco


La historia es eso, historia, y así­ debe tomarse, pues querer deformarla para hacer acusaciones o para otros fines, es un insulto a la misma historia.

Guillermo Castañeda Lee, Ced. R-19 No. 997, Teculután, Zacapa

Durante la época colonial, fue más aceptado oficialmente el indí­gena que el negro, pero éste último fue el que desapareció por sus mezclas con el blanco o español, o sea que se integró con el blanco.

Prueba de su mayor aceptación oficial es que español con indio, daba mestizo; mestizo con blanco daba castizo y éste con blanco, daba nuevamente blanco o español. Lo anterior quiere decir que un porcentaje menor de sangre indí­gena no era inconveniente para la pureza de sangre.

En cambio el negro con blanco, daba mulato; mulato con blanco, daba pardo, después pardo claro y por último ladino, siendo que no era aceptado nuevamente como blanco o español. O sea que el ladino no tiene olor a tamal, sino que a coco.

En Guatemala hemos tenido gobernantes con olor a tamal, como lo fue el de Lucas Garcí­a y el de Arana Osorio, aunque podrí­amos decir que a lo lejos también tení­an el olor a coco. Parece o se dice que hubo otros anteriormente, pero sólo lo podrí­amos asegurar si viéramos al detalle sus caracterí­sticas faciales.

En la actualidad en Guatemala el gobierno en sí­ tiene olor a coco, pues los tres poderes del estado están dirigidos por personas de ascendencia de color, unos más como el del Congreso, unos menos como el del Poder Judicial y bastante menos el del Ejecutivo.

En América empezando por Obama que es mulato, Castro pardo claro, Chávez pardo, Correa pardo claro, etc. lo que da el indicio de que el poder está pasando de los blancos a los descendientes de la raza de color negro, tal vez porque el coeficiente de inteligencia es alto por el cruce de razas, lo cual no es invención mí­a, sino que es algo probado cientí­ficamente.

La realidad que si usted observa a la población guatemalteca, es un buen ejemplo del mestizaje que se ha dado entre las diferentes razas, lo cual nos debe de dar como resultado, una población relativamente más inteligente que el resto de la humanidad.