La ansiosa o serena búsqueda de la verdad ha sido una constante histórica que ha ocupado al hombre en el devenir de los tiempos. La Prensa y los periodistas, que registran las palabras y los hechos de los individuos y las sociedades, en su permanente intento por averiguar y establecer la naturaleza de los acontecimientos y la esencia y forma de la voluntad del hombre, también pretenden encontrar en el significado y la trascendencia de la noticia, una aproximación a aquella misma verdad humana.
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  La Prensa y los periodistas, al asumir la ingrata o feliz responsabilidad de presentar las cotidianas transformaciones que impulsan los cambios en los escenarios de la vida de los pueblos, se convierten en espontáneos e involuntarios cronistas cotidianos, al relatar el conjunto de contenidos informativos que cada día constituyen una novedad y que siempre hacen referencia a la realidad del presente.
  La Prensa es uno de los mejores recursos de los pueblos para ejercer sus derechos y asumir sus responsabilidades, pues es el medio idóneo que ofrece una visión amplia y objetiva de los problemas que agobian a una colectividad y de los anhelos que añaden alas a sus sueños.
  Si la verdad es un atributo imprescindible de la noticia, aunque a veces hipotético, también es inherente a la Prensa la responsabilidad social, porque la información es mucho más que el producto de una industria, de manera que la noticia no es una mera mercancía, como aducen ciertos periodistas neoliberales, sino que constituye un fenómeno trascendente en la vida de los pueblos, y de ahí que un diario como La Hora puede enunciar con propiedad y autoridad ética y cívica que es tribuna, no mostrador, como lo fundamentó el bien recordado don Clemente Marroquín Rojas, y lo continuaron elevando como enseña sus herederos durante 65 años, ahora bajo la guía de Oscar Clemente, quien, para mí, es uno de los paradigmas del periodismo libre e independiente en la comunidad guatemalteca..
  Porque para que la trascendencia -a la que me refiero líneas atrás- se profundice, es ineludible ejercer el derecho a la libertad de expresión, sin más limitaciones que la legítima norma jurídica, aunada al precepto moral de la conciencia y de la autorregulación, en el entendido de que la Prensa -sobre todo en el caso de los diarios impresos- es predominantemente un instrumento de ilustración que apela al sentido crítico del lector, quien, en lo que respecta a La Hora, no es puramente un objeto de la información, sino un sujeto interactivo en el intricado proceso de la creación y fortalecimiento de la opinión pública, y por ello mismo nace y se robustece la consigna de este vespertino de ser un diario comprometido con el pueblo.