La violencia en Guatemala rebasa la inteligencia para combatirla.
Que la gente se arma y encierra para protegerse, lo sabíamos, pero que el relator especial de la ONU sobre independencia de jueces y abogados, Leandro Despouy, al finalizar su visita de cinco días a nuestro país, nos diga que «De cada 100 homicidios, sólo dos son juzgados y de cada 100 delitos, sólo cuatro son juzgados, y que la amenaza de la penetración del narcotráfico y el crimen organizado puede plantear una situación irreversible», realmente nos pone en vela.
Pese a la creación, entre discusiones y negativas, de la CICIG, su instauración ha demostrado ser totalmente ineficiente, ante las denuncias de Despouy, quien conoció además las deficiencias en el sistema de justicia y recomendó la creación de un Ministerio de Justicia que defina políticas públicas en materia de justicia, en especial criminal, para combatir el crimen organizado y la impunidad.
Señaló las notorias deficiencias en el sistema de justicia, derivadas principalmente de la falta de personal y de instrumentos adecuados, tanto dentro del Ministerio Público como dentro de la Policía Nacional Civil, por lo que se deben fortalecer mecanismos de investigación criminal en las dos instituciones.
Conoció las deficiencias en el sistema de justicia, por la presión que ejercen factores estructurales hacia los jueces, tal el hecho de que estén supeditados a un mandato de cinco años; expresando que ello «debilita el poder judicial, afecta su independencia y su desarrollo profesional».
«Si el Estado no recupera su rol de tutelar las garantías de los derechos humanos e impartir la justicia, corre el serio riesgo de sucumbir y delegar las funciones en manos de sectores que benefician y que propugnan los altísimos niveles de impunidad», subrayó Despouy. Un ejemplo claro es Coatepeque-Quetzaltenango, en donde los pobladores, estando bajo el Estado de Calamidad Pública, «realizan manifestaciones y amenazan con sacar a la policía del lugar si finalmente no ponen orden (el orden que ellos quieren), indicando estar listos para gobernarse solos».
Pese a las promesas de campaña incluso sobre la famosa frase «la violencia se combate con inteligencia» para hacerle frente a la mano dura, el relator constató «la ausencia de políticas públicas en materia de prevención del crimen, así como la falta de una política criminal y criminológica del Estado». Una razón y más que suficiente para comprender por qué estamos como estamos, con estos altos índices de asesinatos que ahora además de las mujeres ya alcanzó a los niños, no así para aceptar esta situación, viviendo con temor, recelo, desconfianza y convirtiéndonos cada vez en personas menos tolerantes y más agresivas.