Con la buena fama no vale echarse a dormir


«Hazte fama y échate a dormir» reza el viejo refrán repetido hasta el cansancio y sin duda muy bien aprendido por nuestro actual Vicepresidente quien se siente seguro de que basta que él lo diga para que la población tenga que asentir satisfecha y segura de que está velando por la transparencia. Sin embargo, la buena fama no es eterna y puede cambiar de la noche a la mañana si quien la goza no sabe cuidarla adecuadamente y comete errores de bulto que demuestran que la percepción que se tení­a del afamado no era certera.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Viendo la reacción de médicos que en el pasado mostraron aprecio y hasta admiración por el doctor Espada ante los señalamientos que éste le hizo a la Organización Panamericana de la Salud por el tema de las vacunas, uno se da cuenta que con la buena fama no se puede uno atener y menos echarse a dormir porque la misma se agota rápidamente.

Y menos cuando se trata de extrapolar la fama ganada por la habilidad para tratar al paciente en la Sala de Operaciones con otros factores como serí­an el conocimiento enciclopédico y, más serio aún, una acrisolada y probada honradez.

Con decir que hasta el Ministro de Salud Pública marcó distancia de la declaración que hizo el Vicepresidente para justificar la decisión de comprarle las vacunas a quien fuera el principal financista de la campaña que les permitió llegar al poder está dicho todo. En otras palabras, el doctor Cerezo al comparecer ante diputados al Congreso de la República se dio cuenta que descalificar a la Organización Panamericana de la Salud para justificar una decisión tan polémica y manchada como la de una compra de vacunas escondida entre las compras de armas y de la que, gran casualidad, el único que se enteró fue ese proveedor que tiene tanto ví­nculo con el gobierno, era un grave error y no quiso recorrer el sendero marcado por el Vicepresidente.

Hábil Cerezo porque se olió que entre su mismo gremio vendrí­a una gran retopada de galenos que reconocen que las campañas de vacunación realizadas en el último cuarto de siglo han sido efectivas para reducir gran cantidad de enfermedades y hasta para erradicar algunas de ellas, lo cual hubiera sido imposible si la calidad de las vacunas fuera tan dudosa como lo planteó el doctor Espada al decir que la OPS no garantizaba la calidad de las vacunas que le vendí­a a Guatemala.

En otros casos el Vicepresidente habí­a mostrado más astucia al decir que investigarí­a denuncias y que de comprobar algo él se encargarí­a de parar los negocios. Ciertamente sus investigaciones hasta ahora no han rendido frutos de ninguna naturaleza, pero mantení­a la aureola de ser una especie de reserva moral en medio de la podredumbre que se evidencia no sólo en las esferas oficiales sino en el conjunto de la sociedad.

Pero lanzarse contra la OPS para defender algo que se ve mal desde cualquier perspectiva, especialmente por esa misteriosa forma en que un único proveedor de medicinas sí­ revisa los concursos para vender armas en Guatecompras, es algo que cambia por completo la percepción y nos confirma que la fama en sí­ misma no es suficiente para dar autoridad moral.