Los responsables de la OTAN en Afganistán tienen expectativas de que la «jirga de paz» que se iniciará el miércoles en Kabul tenga mejores resultados que las tres últimas asambleas tradicionales de ese tipo que se han celebrado en ocho años de guerra, consideradas como un fracaso.
Los talibanes, que forman la gran mayoría de los grupos insurgentes, anunciaron hace tiempo que no participarán.
«La jirga de paz es un elemento y un momento críticos para este país», afirmó Mark Sedwill, el representante civil de la OTAN en Afganistán. Será una oportunidad «para crear un consenso nacional destinado a apoyar el enfoque global sobre la seguridad, la gobernanza, el desarrollo, la reconciliación y la solución política que todos quieren», agregó.
Más de la mitad de unos 1.600 representantes de las etnias, tribus y diversos poderes locales llegaron el domingo y el lunes a la capital afgana, donde se llevará a cabo una «Jirga consultiva nacional de paz» en una gigantesca carpa en un barrio suburbano bajo fuertes medidas de seguridad.
A pesar de por lo menos tres jirgas de paz en más de ocho años de conflicto, las últimas de las cuales tuvieron lugar en 2007 y 2008, la insurrección de los talibanes se ha intensificado, volviéndose cada vez más mortífera no sólo para las fuerzas internacionales, sino también para los civiles afganos.
Esta jirga, que durará tres días, había sido prometida desde su investidura en noviembre de 2009 por el presidente Hamid Karzai, reelecto luego de unos comicios presidenciales el 20 de agosto afectados por fraudes masivos en su favor.
Karzai, colocado en la dirección del país desde fines de 2001 por las fuerzas internacionales que acababan de expulsar del poder a los talibanes, considera que esta jirga es una de las piedras angulares de la política de reconciliación nacional que preconiza desde hace varios años, e incluso invitó a los jefes talibanes a entregar sus armas a cambio de puestos de responsabilidad en el gobierno.
El presidente también prometió dinero y trabajo a los combatientes de base que renuncien a las armas.
Los talibanes no fueron oficialmente invitados a la jirga, pero tampoco se les impedirá participar si se presentan, dijeron a la AFP responsables de la organización.
No obstante, el mando central guerrillero ya aseguró que no participará de ninguna manera, y reiteró su posición: ninguna negociación sin retirada previa e incondicional de todas las tropas extranjeras.
La jirga, inicialmente prevista a fines de abril y postergada en dos oportunidades, se realizará cuando los responsables militares de la coalición dirigida principalmente por Estados Unidos (más de las dos terceras partes de las tropas) anuncian desde hace meses para mediados de este año una gran ofensiva en el principal bastión talibán, la provincia de Kandahar (sur).
«Nuestro esfuerzo estratégico principal consiste en ayudar a las fuerzas afganas a incrementar sus efectivos y nuestra prioridad operacional es reforzar la seguridad en el sur», se limitó a indicar el general norteamericano Stanley McChrystal, comandante en jefe de las fuerzas internacionales en Afganistán.
Más de 200 representantes de la comunidad internacional y de organizaciones no gubernamentales fueron invitados a esta jirga.
Más de 12.000 miembros de las fuerzas de seguridad serán desplegados en la ciudad y la reunión será protegida por cuatro cordones de seguridad concéntricos, señaló Zemarai Bashary, el portavoz del ministerio del Interior.