Esta mañana leía que si la UNE gana las elecciones, piensan resolver el problema fiscal con el ahorro de 800 millones de quetzales en la reducción de gastos superfluos de varios ministerios y que eso les servirá para cumplir sus ofrecimientos en materia de seguridad, salud y educación. Sé, además, que la propuesta del PP de garantizar seguridad requiere del fortalecimiento de las fuerzas policiales y del Ministerio Público, lo cual cuesta un chorro y no dicen de dónde pueden sacarlo. La verdad es que ninguno de los partidos está actuando responsablemente de cara a la cuestión fiscal, porque aún esa propuesta de ahorrar 800 millones es una babosada en comparación con el hoyo fiscal que significa simplemente el fin del Impuesto Extraordinario y Temporal de apoyo a los acuerdos de paz.
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Desde luego se entiende que en materia de impuestos la respuesta ciudadana siempre será negativa por los antecedentes históricos. Si ahora vemos que hasta los amigos del candidato a la Vicepresidencia de la UNE tienen desconfianza sobre la forma en que puedan ser usados sus aportes si los administra el candidato a Presidente y por lo tanto se lo entregan a Espada, qué se puede esperar en materia de confianza a la hora de administrar todo el presupuesto general de la nación que asciende a varios miles de millones de quetzales. La misma lógica que inspira a los amigos del candidato a la Vice marcará la actitud del resto de ciudadanos y de esa cuenta ni con Colom ni con Pérez, el elector estará dispuesto a aceptar que se aborde siquiera el tema de una necesaria adecuación fiscal.
Por supuesto que la reducción de los gastos innecesarios es sana y debe darse, pero no puede ser bajo ningún concepto la solución a la crisis fiscal que vive el país, porque las necesidades de inversión social son enormes y literalmente no alcanzaría siquiera todo el actual presupuesto para producir el cambio cualitativo que nuestra sociedad requiere. Aún si durante varios años se pudiera destinar a inversión una suma igual a lo que hoy se destina a funcionamiento, el país todavía arrastraría déficit porque es mucho el tiempo que ha pasado sin que podamos realizar una apuesta seria por el desarrollo sostenido.
Baste ver las cifras de la malnutrición y entender el efecto que entre las nuevas generaciones tiene esa incapacidad para alimentarse bien para entender cuán largo es el plazo para que podamos resolver nuestros problemas. Si nuestro recurso humano está marcado por un lastre tan pesado como el que le impidió, por falta de alimentos y nutrición, desarrollarse plenamente en lo físico y en lo intelectual, obviamente pasarán varios años antes de que podamos disponer de una población apta tanto para el aprendizaje efectivo como para el trabajo más productivo.
Pero indudablemente lo más dramático es que no nos decidimos a dar el primer paso, a empezar la inversión necesaria para, por lo menos, garantizar alimentación a nuestros niños de manera que se libren de taras físicas y mentales. Se trata de un fenómeno científicamente demostrado y por lo tanto cualquiera con dos dedos de frente tendría que entender la dimensión y profundidad del problema. Pero seguridad, empleo, nutrición, salud y educación, todo pasa por inversión social y la gran ideota de los únicos que medio abordan el tema es esa pinche reducción del gasto para disponer de 800 millones cuando lo que hace falta son varios millardos.