Llevamos rato de estarnos quejando ante tanta corrupción en las dependencias públicas. Pasado el tiempo, volvemos a quedarnos en las mismas, solo en eso, en el comentario, en el lamento y si mucho, en la protesta compartida con alguien que esté del lado honesto. Ahora, que llegamos al final de la campaña electoral más costosa de nuestra historia, es triste y lamentable no haber oído o visto de tanto candidato su plan concreto de lo que piensa hacer al llegarse a sentar en la tan ansiada silla presidencial, curul o edilicia.
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La excepción, que confirma la regla, la escuchamos hace poco de un candidato que propone que su primera acción será erradicarla, insistiendo en que desde las cortes hasta los presidios es necesario reemplazar personas.
Nos acabamos de enterar que el exministro de Finanzas, licenciado Juan Alberto Fuentes Knight, presentó su libro titulado “Rendición de cuentasâ€, en el que denuncia el enorme poder paralelo que existe con el manejo turbio de los fondos públicos, cosa que de sobra conocíamos, tal vez sin pormenorizados detalles pero, que son alarmantes ¡no hay vuelta de hoja! Pero llegando al fondo del asunto ¿qué nos sacamos con eso?, ¿será que habremos hecho algo para evitar que de 158 diputados, 100 tengan su propia ONG para mal utilizar los fondos públicos en torno al asqueroso tráfico de influencias? Opino que no. Que aun expresando un par de palabrotas todo nos resbala y que a pesar de haber visto tantos muertos acarrear basura, lo enviamos a la bandeja de eliminados de nuestra memoria.
De ahí que sigo resistiéndome a ser copartícipe de que también el organismo legislativo siga siendo corrupto, incapaz y causa de tantos problemas para el país, por lo que armándome de arrojo y coraje voy a ir a las urnas el próximo domingo a votar por el candidato presidencial y el edilicio de mis simpatías, pero sin ninguna duda o indecisión, en son de protesta y de hartazgo anularé las papeletas de diputados distritales, listado nacional y Parlacen, porque desconfío de las ejecutorias o méritos de los candidatos que puedan ser “mis†representantes en un organismo que carece totalmente de respetabilidad o confianza, peor del Parlacen, el que desde su creación ha sido inútil para la población y el país.
Con el mejor de los ánimos voy a concurrir a las urnas para ejercer mi derecho al voto. Pero razonando antes de hacerlo, repito, con arrojo y decisión en beneficio de la población y de los intereses del país voy a anular esos tres votos. Aunque comprendo que somos pocos los que razonamos la decisión, sería magnífico que fueran más los votos nulos para diputados como muestra evidente del rechazo, hartazgo y pérdida de credibilidad del electorado hacia esa clase política desprestigiada y corrupta. ¡Hombre, nadie se cree el cuento que por fuerza tenemos que hacerlo por determinado sector o candidato!