Los guatemaltecos en general, con algunos personajes muy especiales en lo particular, parecemos tener la facilidad de complicar las cosas sencillas y generar enredos que vuelven las tareas básicas como algo imposible de desenredar porque, también generalmente, hay mano de mono, gato encerrado o trato bajo la mesa o como usted quiera llamarle.
Vemos que ante artículos constitucionales de lo más sencillos de leer porque no dejarían interpretación alguna, salen versiones e intenciones que no tendrían cabida; lamentablemente, todos sabemos que si la materia llega a la Corte de Constitucionalidad, mucho dependería de qué interés gana la batalla con los ilustres magistrados de la Corte Celestial.
Cuando algo es tan fácil como el período presidencial, es incomprensible que se le deba dar dos vueltas. Si quieren que se discuta un tema en el que hay intereses claros, la única forma de hacerlo transparente es eliminando los beneficios que lo hacen dudoso y eso implica que cualquier discusión que haya sea afecta a partir del próximo período.
Otro ejemplo, la aplicación de la ley. Hay casos sencillos en los que se puede demostrar que la ley, cuando se quiere, alcanza para castigar a quienes han usado la política para hacer fortuna y a quienes han usado a los políticos para convertir a sus empresas en exitosas. Ya que ahora se tienen casos en los que se están aportando evidencias contundentes contra la corrupción en el gobierno del FRG, ¿seguiremos contra el resto? Porque no se trata de detener los procesos contra Portillo y sus funcionarios sino que lo que se tiene y se debe hacer es ampliarlo hacia los otros gobernantes y sus funcionarios. Porque a menos que sean los mejores magos del mundo, las fortunas no les aparecieron en sus vidas sino que se las robaron del erario nacional. Sin embargo, se retuerce lo sencillo y el ladrón es el exitoso mientras que el honrado es el baboso; así complicamos lo sencillo.
Y qué decir de procesos contra organizaciones criminales que por medio de prácticas evidentemente reñidas con la ley hacen su red de poder para actuar con impunidad. Excusar a alguien de asesinato porque “sería incapaz” es como excusar al ladrón que saqueó al Estado porque “parece incapaz”. Pero las apariencias engañan. Lo sencillo puede retorcerse.
Y todo esto se debe a lo mismo que generalmente comentamos: que la ciudadanía tiene que empezar a entender que no es maquiavélicamente cómo se consigue el éxito, sino que los medios y las formas deben observarse. Si logramos mantener las cosas sencillas, la ley será clara, el ladrón será ladrón y el asesino un matón. Todos medidos igual.
Minutero:
Ya no es reelección
sino prologar el mandato;
seguro que en muy poco rato
se completa el paquetón