Complejos de viviendas para gays ancianos en EE. UU.


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Jerry Zeft estaba tan emocionado con su nueva vivienda que se mudó pese a que todavía no tenía los muebles y durmió casi una semana en un colchón inflable mientras llegaban sus pertenencias. No importó que tuviera 70 años.

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Por KATHY MATHESON FILADELFIA /Agencia AP

Zeft había conseguido una vivienda en un codiciado complejo habitacional para lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros en pleno centro de Filadelfia. Solo otras dos ciudades de Estados Unidos tienen complejos similares para esta población. «Quería vivir en un sitio donde me pudiera sentir cómodo», expresó Zeft luego de recoger las llaves de su nueva vivienda.

La inauguración este mes de los John C. Anderson Apartments es producto del trabajo de activistas que consideraban que los gays ancianos han sido marginados por una cultura que pone énfasis en la juventud, incluso en los círculos de LGBT.

Expertos dicen que el porcentaje de ancianos que tienen viviendas propias es mucho más bajo entre los gays que entre los heterosexuales. Muchos gays, por otro lado, temen ser discriminados en las viviendas para ancianos y vuelven a ocultar su orientación sexual luego de haberla revelado por años.

Además de Filadelfia, Los Ángeles y Minneapolis también tienen complejos de viviendas baratas para ancianos gay. En total ofrecen 200 departamentos.

Defensores de los derechos de los gays dicen que eso no es suficiente. Investigaciones indican que se espera que para el 2030 se duplique la población de ancianos gay en Estados Unidos, para llegar a los 3 millones.

«Es sorprendente que hayamos hecho tan poco para que los ancianos tengan un lugar para vivir que puedan pagar y que les ofrezca seguridad y respeto», comentó Barbara Satin, activista LGBT que trabajó en el proyecto de Minneapolis, el cual tiene 46 unidades.

Si bien las leyes contra la discriminación prohíben las viviendas que admiten exclusivamente gays, los edificios pueden resultar especialmente atractivos para esta población por su ubicación y la forma en que se los presenta. El complejo Anderson, de 19.5 millones de dólares y cuyo nombre alude a un concejal que peleó por los gays, se encuentra en el barrio gay Gayborhood, palabra que hace juego con «neighborhood», o barrio. Cuando los departamentos fueron ofrecidos por primera vez el año pasado, había colas de una cuadra.

Se trataba de ancianos que libraron grandes batallas para conseguir los derechos de que gozan hoy los gays, afirmó Mark Segal, presidente del Fondo Dr. Magnus Hirschfeld, el cual impulsó la construcción del complejo. Su militancia y el haber elegido vivir abiertamente como gays, no obstante, a menudo implicaron rupturas con sus familias y les impidieron tener trabajos con beneficios para la vejez, agregó.

«¿Por qué no pueden vivir con dignidad personas que fueron pioneras de nuestra comunidad? Es indignante», dijo Segal. «Tenemos que hacernos cargo de nuestra gente. Nadie lo hace».

En el edificio de Filadelfia, que tiene 56 departamentos, los alquileres van de los 192 a los 786 dólares el mes, dependiendo de los ingresos, que no pueden superar los 33 mil dólares al año para que alguien tenga derecho a vivir en el complejo. Hay una lista de espera para los departamentos más baratos, pero una docena de los más caros siguen sin ser ocupados. Casi todos los residentes dicen pertenecer a la comunidad LGBT.

Se están construyendo otros dos complejos en Chicago y San Francisco, y el Fondo Hirschfeld está interesado en construir uno en Nueva York, de acuerdo con Segal.

El problema de la vivienda no será tan grave para las futuras generaciones de gays, pues la legalización de los matrimonios del mismo sexo permitirá a una persona recibir herencias y los beneficios de su pareja, señaló Catherine Thurston, directora del programa de ancianos de Services and Advocacy for GLBT Elders, una agrupación de Nueva York. Acotó que hoy por hoy, no obstante, hay muchos gays ancianos que no están casados ni son propietarios de sus viviendas.

Thurston expresó que a los ancianos gays hay que ofrecerles algo más que una vivienda. Necesitan actividades y servicios sociales «que los conecten con la comunidad».

El complejo Anderson se asoció con el Centro para la Comunidad LGBT William Way, que se encuentra muy cerca, para ofrecer a los residentes asesoría, programas y actividades. Esa es una de las razones por las que Zeft decidió vender su casa en el barrio de Oxford Circle y mudarse al centro.

«No me gusta quedarme en casa. Me gusta salir», explicó. «Y este es el sitio ideal para salir».