La atracción que ha sentido por las cumbres lo ha llevado ya, a sus 22 años, a conquistar los picos más altos de Guatemala y de toda América, ya que recién acaba de regresar de coronar el Aconcagua, el más alto del continente.

Ahora, Carlos Bracamonte se dispone a saltar el océano y llegar más allá de los horizontes americanos y algún dí­a, ¿por qué no?, ser el sucesor del internacional Jaime Viñals, aquel que ha puesto a hondear en lo más alto del Everest la bandera nacional.

El juvenil se ha mantenido con paso firme a pesar de haber quedado ciego por dos dí­as, cargar con heces fecales durante toda una comitiva, esperar todo el paso de una tormenta hasta quedar libre para al sueño de la conquista de los ocho picos más altos del mundo, incluido el Everest, para ser el segundo chapí­n en pisar el techo más alto del planeta.

Cómo nació la pasión

El propio Bracamonte cuenta que la pasión por el andinismo llegó a raí­z de la invitación de un profesor de su antiguo centro de estudios a escalar el volcán de Pacaya, cuando cursaba el tercer año de básico.

«Quince nos apuntamos y fuimos, ahí­ nació la pasión… a los 15 dí­as estaba de regreso con otros amigos y al poco tiempo ya habí­amos subido 20 volcanes de Guatemala», recordó.

Fue en ese mismo tiempo cuando escuchó de Viñals y le motivó a continuar adelante, pero no fue sino hasta agosto del 2005 cuando logró asociarse a la Federación Nacional de Andinismo (FNA), y tuvo que escalar de nuevo todos los volcanes del paí­s para que fuera oficial.

En julio de 2006 logró el ascenso al Chimborazo, uno de los picos más altos de la Cordillera de los Andes, de 6 mil 310 metros de altura. Además, el pasado 2 de marzo lució la bandera azul y blanco sobre el Aconcagua.