Como que un preso decida su condena


Editorial_LH

La discusión sobre las reformas constitucionales que inició sobre el período presidencial se ha intensificado y ampliado hacia otros mandatos como el que se otorga a los alcaldes, diputados y los períodos de magistrados hacia la Corte Suprema de Justicia, suponiendo que los de la Corte de Constitucionalidad también querrán ver que sus períodos entren en el “nuevo sistema” de ejercicio del poder.


Y todo parece que se resume en que dependerá de la actitud del Congreso de la República y la habilidad de los negociadores de conseguir los 105 votos que se requiere para poder avanzar con la aprobación de cualquier reforma. Sin embargo, y aunque muchos de los argumentos políticos sobre la conformación del pleno se basa en los roles de las bancadas hacia sus partidos y los intereses de sus precandidatos, etc., hay factores que se les olvidan a los analistas que con mucha formalidad están asumiendo que los números son rígidos a la hora de contar los votos.

  El famoso transfuguismo entre legisladores no es porque haya una traición a los principios ideológicos en base a los que se hizo el pacto de la participación con una bandera partidista y, menos, es debido al hecho de un auténtico distanciamiento por defender los intereses de sus representados. Las verdaderas razones es que los diputados están buscando espacios para mantener sus curules en las siguientes legislaturas y, con ello, seguir en capacidad de hacer los negocios que, Dios sepa a cuenta de qué, se han vuelto la razón por la que la mayoría añora ser congresista.

  Con esta situación, hay que analizar dos tipos de diputados que se vuelven clave, entendiendo que ambos son mediocres: Uno con plata y el otro sin plata. El primero, no tiene como comprar su plaza de reelección y es sencillo tener “dos años más” votando a favor; el otro, aún con su plata para pagar la cuota, qué mejor que cobrar por el voto y reservarse para “dentro de dos años” la nueva ruleta de ver si la gente se olvida que nunca vio por sus intereses. ¿Cuándo alguno de estos mediocres volverá a tener un puesto más que diputado? Nunca.

  En fin que juntar los votos no es el problema porque al fin de al cabo es como pedirles a reos que decidan si no es conveniente una reducción de penas. Baboso el que diga que no. La única opción que quedaría y que, sinceramente, también preocupa, sería la actitud de una ciudadanía que está totalmente agotada y desinteresada. Usted, ¿qué hará?

Minutero
Decidieron hace rato
como hacer la jugada
y la cosa está cantada
para prorrogar el mandato