Comienza juicio de Demjanjuk


John Demjanjuk, 89 años, de origen ucraniano, acusado de complicidad en el asesinato de 27 mil 900 judí­os en un campo de exterminio nazi durante la Segunda Guerra Mundial, empezó a ser juzgado hoy en medio de gran expectativa en Múnich (sur de Alemania).


El acusado, que ocupa el primer lugar en la lista de criminales de guerra nazis aún vivos establecida por el Centro Simon Wiesenthal, entró a la sala de audiencias en una silla de ruedas debido a sus problemas de salud.

Al reanudarse por la tarde la sesión, fue llevado a la audiencia en camilla, cubierto completamente por una manta blanca. Demjanjuk agitó un brazo mientras expertos médicos atestiguaban que era apto para ser juzgado.

Este apátrida desposeí­do de la nacionalidad estadounidense podrí­a ser condenado a cadena perpetua si el tribunal de Múnich decide que efectivamente fue guardián durante seis meses, en 1943, en el campo de exterminio nazi de Sobibor, que actualmente se encuentra en Polonia.

Durante ese perí­odo, unos 27.900 judí­os, sobre todo holandeses, murieron en las cámaras de gas. De acuerdo con la fiscalí­a, el reo debe haber participado en dicho exterminio.

Por su parte, Demjanjuk desmiente haber estado en Sobibor.

La audiencia del que deberí­a ser uno de los últimos grandes procesos de los crí­menes cometidos durante la era nazi comenzó con atraso debido a la multitud que trataba de entrar al tribunal.

La sala de audiencias sólo puede recibir a unas 150 personas, pero supervivientes del Holocausto o sus descendientes, así­ como numerosos periodistas, llegaron del mundo entero para asistir al juicio.

Robert Cohen, un holandés de 83 años, es uno de los querellantes. Sobrevivió a los campos de concentración, y sobre todo a Auschwitz, pero su familia murió en Sobibor.

«Â¡Si él (Demjanjuk) estaba allá, mató más de cien personas por dí­a, por dí­a! Ese serí­a el peor de los crí­menes», declaró Cohen a los periodistas, mostrando su tatuaje de prisionero de los campos de exterminio.

Max Flam, un holandés de 43 años, hací­a cola desde las 05H30 (04H30 GMT), mostrando una fotografí­a color sepia de sus abuelos, asesinados en Sobibor con otros 11 miembros de su familia.

«Poco importa la sentencia, lo que quiero es justicia», declaró a la AFP Flam, cuya madre, de 90 años, es querellante en el proceso, pero no pudo partir de Amsterdam debido a su estado de salud.

En mayo pasado, Demjanjuk fue expulsado de Estados Unidos, donde viví­a desde 1952.

Su familia sostiene que no sobrevivirá a un proceso, pero la justicia norteamericana y la alemana lo consideraron apto para ser juzgado, con dos audiencias de 90 minutos por dí­a.

El reo ya escapó a una condena a muerte pronunciada en 1988 en Israel debido a dudas sobre su identidad. En esa oportunidad era sospechoso de haber sido guardián en el campo de exterminio de Treblinka.

Es la primera vez que Alemania juzga a un extranjero por crí­menes cometidos durante la época nazi.

El cazador de nazis francés Serge Klarsfeld minimizó la importancia de este proceso.

«Es un poco decepcionante, un alemán senil, que ocupaba una función subalterna, y que hubiera muerto de hambre en un campo de prisioneros» si se hubiera negado a trabajar en un campo de exterminio, declaró a la AFP.

Al referirse a los anteriores procesos contra los criminales de guerra nazis, consideró «una lástima que esto termine en agua de borrajas. Se está juzgando a la infanterí­a del crimen», opinó el lunes en Múnich, a donde fue para seguir el proceso.

«Los juicios actuales o futuros contra nazis se refieren a personas que tení­an 20 años en la época, guardianes o asesinos de los Ensatzgruppe» (grupos de intervención encargados de ejecutar a los judí­os en territorio ocupado), recordó el abogado.

Serge Klarsfeld logró hacer juzgar a responsables nazis de alta jerarquí­a, incluyendo a Klaus Barbie, un jefe de la Gestapo de Lyon condenado a cadena perpetua en 1987.

El fundador de la asociación de Hijos e Hijas de Deportados Judí­os de Francia recordó que él mismo presentó una querella contra Demjanjuk en Francia en 1993 por la deportación de franceses hacia Sobibor, donde fueron asesinados en las cámaras de gas.

Pero esta querella fue rechazada, porque «para la justicia francesa no habí­a pruebas de su implicación personal» en dichas deportaciones, explicó.