¿Combate a la corrupción?


La pregunta del titular no va dirigida a quienes integran el actual gobierno, ni tonto que fuera, pues de sobra sabemos lo mentirosa que resultó su promesa electoral por hacerlo. Va dirigida a quienes todaví­a puedan creer que son ciertas y valederas las intenciones de Colom y Espada dichas en discursos o en declaraciones a la prensa de estar combatiendo eficazmente la corrupción. Digo esto, después de enterarme que el Ministerio Público, institución auxiliar de la administración pública y de los tribunales para velar por el estricto cumplimiento de nuestras leyes, haya solicitado al tribunal respectivo el cierre de la investigación porque «no hay delito que perseguir» en la adquisición anómala de diez mil chalecos para la Policí­a.

Francisco Cáceres Barrios

El impacto causado por tal actitud resulta grosero e imperdonable. Imagí­nese, estimado lector, que el MP dice que no hay delito que perseguir cuando el proceso de licitación se publicó en el portal de Guatecompras hasta después de que se habí­a firmado el contrato. No vaya a creer que por un par de miles de quetzales, sino por más de Q162 millones, ordenándose, entre otras cosas, 35 mil quepis, cuando la fuerza policial apenas llegaba a 21 mil. Lo más doloroso es haber adquirido los chalecos que, cuando se hicieron las pruebas por expertos, se determinó que podí­an ser perforados por balas de fácil adquisición en el paí­s, no digamos por aquellos calibres que a todo el mundo consta son los que usualmente utiliza el crimen organizado.

De lo más ridí­cula y absurda resultó la excusa dada por los encartados en la movida chueca, aduciendo que «las deficiencias denunciadas estaban dentro de lo normal». ¡Imagí­nense! ¿Para ellos es de lo más «normal» que un policí­a, en su lucha con delincuentes pueda quedar perforado tal fuera un colador y que por ello, el Estado, su familia y la sociedad guatemalteca, tengan que pagar las consecuencias de semejante desatino? Otro argumento a favor del trinquete dejado al descubierto, es que los mentados chalecos «fueron reforzados» tan solo para «taparle el ojo al macho», como decimos en buen chapí­n. Ahora bien, la denuncia de las anomalí­as en este choteado proceso de compra, no fue hecha por algún proveedor resentido al no salir beneficiado con la compra, sino por el mismo ministro de Gobernación de ese entonces, porque no llenaba los requisitos mí­nimos de seguridad, estaba plagado de anomalí­as y por no haberse llenado los requisitos que establece la Ley de Compras y Contrataciones.

¿A dónde vamos ir a parar ante tan cí­nica actitud de quienes tienen los destinos del paí­s en sus manos? Si alguien respondiera a esta interrogante que Colom y Espada ya pronto van a terminar su perí­odo y que no hay mal que dure cien años ni pueblo que los aguante, me forzarí­a a contestarle, ¡una cosa son las esperanzas y otras bien distintas las realidades!