Colombia y Uruguay se medirán mañana en los octavos de final del Mundial de fútbol de Brasil, en un duelo sobre el que se extiende la sombra del escándalo Luis Suárez.
Río de Janeiro, Brasil / dpa
En juego está meterse entre los ocho mejores equipos de la Copa del Mundo, pero el terremoto causado por la dura sanción al delantero uruguayo sacudió sin remedio el partido de mañana en el Maracaná de Río de Janeiro.
Por primera vez, Uruguay regresa al estadio en el que logró su mayor hazaña futbolística para jugar un encuentro mundialista. Hace 64 años, la victoria por 2-1 de los «charrúas» ante Brasil en el partido decisivo de la Copa del Mundo sumió al país anfitrión en la tristeza y pasó a la historia como el «Maracanazo».
Uruguay ganó en 1950 su segundo y hasta ahora último título mundial, por lo que el estadio carioca posee un significado especial en el imaginario colectivo del pequeño país sudamericano.
Es una incógnita saber, pues, cómo afectará en los jugadores de la «Celeste» la marea de impulsos emocionales en la que llegaron arrastrados a Río de Janeiro, después de que la FIFA anunciara el jueves la suspensión de Suárez por nueve partidos con su selección y cuatro meses de inhabilitación por morder al italiano Giorgio Chiellini.
«Indignación, impotencia; creo que eso es lo que todos sentimos», dijo el capitán del equipo, Diego Lugano, tras conocerse el castigo. «A nosotros no nos detendrá nada», añadió.
Envalentonarse ante las adversidades es marca de la casa en Uruguay, pero perder a su mejor hombre de esa manera podría ser demasiado incluso para el aguerrido grupo del técnico Óscar Tabárez, que hace cuatro años se metió en las semifinales del Mundial de una forma asombrosa.
Suárez fue entonces protagonista al detener con la mano un disparo que iba a gol prácticamente en el último segundo del partido de cuartos ante Ghana. El atacante fue expulsado, pero su imagen celebrando en el túnel de vestuario el error del penal empezó a arruinar su imagen internacional
Su mordisco en Brasil lo convirtió en un «paria», así que el atacante del Liverpool verá los octavos de final en televisión desde Uruguay, donde recibió apoyo hasta del presidente del país, José Mujica.
Su lugar en el equipo lo ocupará probablemente el veterano Diego Forlán, que a sus 35 años y tras una temporada gris en el Cerezo Osaka de Japón está muy lejos del que fue designado mejor jugador de Sudáfrica 2010.
A no ser que Lugano regrese al centro de la zaga, no se esperan más cambios respecto al equipo que derrotó a Inglaterra e Italia, con Muslera en la portería; González, Giménez, Godín, Cáceres y Álvaro Pereira en defensa; Lodeiro, Arévalo y Cristian Rodríguez en el centro del campo, y Cavani junto a Forlán en ataque.
Colombia llega lanzada a octavos, después de ganar con solvencia sus tres partidos de grupo, anotar nueve goles y hacer uno de los juegos más sólidos y efectivos del torneo.
La ausencia de Radamel Falcao es ya sólo un vago recuerdo ante la personalidad demostrada por jugadores como James Rodríguez, a quien el ex campeón mundial Jorge Valdano comparó con Carlos Valderrama.
«El Pibe» es un emblema de la mejor generación de futbolistas colombianos, que pese a su calidad sólo logró alcanzar los octavos de final en 1990. Nunca la selección «cafetera» superó ese límite.
Después de 16 años de ausencia en Mundiales, el equipo dirigido por el argentino José Pekerman parece dispuesto a derribar la barrera. El técnico también tiene cuentas pendientes con el torneo, después de que en Alemania 2006 cayera en los penales ante el anfitrión en cuartos de final.
«Nosotros estamos creciendo partido a partido», advirtió el seleccionador, que aunque siempre se muestra misterioso con la alineación parece haber encontrado un once de confianza en Ospina; Zúñiga, Zapata, Yepes, Armero; Aguilar, Sánchez, Cuadrado, James Rodríguez, Ibarbo, y Téofilo Gutiérrez.
Con Yepes ya recuperado de sus molestias físicas, la única duda del argentino podría estar en la delantera, donde los dos goles de Jackson Martínez ante Japón podrían darle una oportunidad frente a Gutiérrez.
El ganador del duelo se enfrentará en cuartos con quien sobreviva en el Brasil-Chile, así que Sudamérica tiene asegurada una plaza en semifinales.