BOGOTA / Agencia AP
Al umbral del torneo, los organizadores del país cafetero aseguran que los trabajos de remodelación de los escenarios están casi listos.
La excepción es el estadio Pascual Guerrero de Cali, que el 18 de julio aún tenía pendientes algunas obras. El comité que inspeccionó los escenarios por parte de la FIFA dio una prórroga adicional de siete días, hasta el 25, para que las autoridades municipales finalicen los trabajos.
Recién esta semana, el vicepresidente colombiano Angelino Garzón afirmó que el Pascual Guerrero estará para el 30 de julio, cuando se inicie allí las acciones del Grupo B con el choque Uruguay-Portugal.
Los proyectos de remodelación y mejoras se habían retrasado por diversos motivos, pero ante todo por el mal tiempo y trámites burocráticos, según las autoridades.
El comité inspector de la FIFA, dirigido por Iñaki ílvarez, visitó los escenarios varias veces y no ocultó su preocupación.
Alvarez fijó como plazo para que todo estuviese preparado el 27 de abril, el día del sorteo en Cartagena, y a excepción de un par de contratiempos la situación de los escenarios llenó las expectativas.
«Estamos optimistas de que todo va a salir bien», señaló en ese momento el vocero del comité inspector, Wolfgang Resch.
La gran tarea consistió en una profunda remodelación de los estadios de las ocho sedes: Barranquilla, Cartagena, Medellín, Cali, Pereira, Manizales, Armenia y Bogotá.
La acción se extendió a mejorar avenidas, comunicaciones, hotelería, embellecimiento de las ciudades, además montar un esquema de seguridad integrado por 55.000 agentes.
Los proyectos más grandes se desarrollaron en el Pascual Guerrero y el Atanasio Girardot de Medellín, a los cuales se extendió el plazo para que se culminasen allí las mejoras. Con ese fin, cientos de obreros laboraron las 24 horas del día.
Abierto en 1937, el Pascual Guerrero prácticamente fue reconstruido y se requirió el equivalente a un poco más de 47 millones de dólares para esa obra.
En otros escenarios, los trabajos culminaron a tiempo, como El Campín de la capital.
«El estadio de Bogotá es genial para el fútbol, para un Mundial de mayores y eso nos alegra mucho», destacó Resch a la AP.
La alcaldesa de la capital Clara López lo entregó simbólicamente a la selección local dos semana antes de la apertura del torneo, a disputarse del 29 de julio al 20 de agosto con la participación de 24 selecciones repartidas en seis grupos.
La frustración de López, empero, es la no terminación oportuna de importantes obras viales en Bogotá, entre ellas la Avenida Eldorado y el aeropuerto del mismo nombre.
«El tránsito por la Avenida Eldorado se mejorará con la apertura de los carriles centrales antes del 29 de julio como le prometimos al presidente Juan Manuel Santos», destacó la alcaldesa.
La inversión para dejar los estadios a tono a las exigencias de la FIFA ascendió a unos 134 millones de dólares, según cifras oficiales.
Colombia procura cumplir lo mejor posible el compromiso que adquirió en 2008 con la idea de sepultar la frustración tras la renuncia de la sede de la Copa del Mundo de 1986 por falta de dinero, según el gobierno de la época. Ese mundial terminó organizándolo México.
El país montó los Juegos Panamericanos en 1971, que tuvieron como sede Cali, y tres décadas después albergó la Copa América de 2001.
La organización del Mundial tiene para los colombianos como un sabor a carnaval y las autoridades aprovechan la ocasión para atraer el turismo, inclusive, eliminaron el requisito del pasaporte para los ciudadanos de los países sudamericanos y Panamá a fin de facilitar su viaje al certamen.
El presidente Santos es el gran impulsor del campeonato.
«Haremos un certamen digno ante el mundo entero que nos haga sentir orgullosos como colombianos», expresó el mandatario.
Santos trata de aglutinar en torno al mundial a un país afectado por décadas de violencia producto de los grupos armados irregulares y de organizaciones del narcotráfico.
El interés es grande y ya se vendieron las 40.312 entradas del partido Colombia-Francia del 30 de julio y otro tanto de la final del 20 de agosto. Ambos serán en El Campín.
La venta de boletos en la ocho sedes llegó a 673.000 y los precios oscilan al equivalente entre unos 60.00 y 9 dólares.
La organización recibirá el dinero proveniente por venta de boletos, patrocinios nacionales y el 20% de los gastos que le reembolsará la FIFA, según lo pactado entre las partes.