Colombia contra el expansionismo chavista


Hugo Chávez (C), presidente de Venezuela, de nuevo se ve en medio de la polémica, en juego de palabras con ílvaro Uribe, su par colombiano, quien asegura que no admitirá el

El gobierno colombiano «repelerá» todas las acciones del «proyecto expansionista» que pretenda hacer el presidente venezolano Hugo Chávez en Colombia, aseguró un comunicado divulgado hoy por la cancillerí­a.


«El gobierno nacional repelerá todas las acciones del proyecto expansionista en Colombia ratificado hoy públicamente por el presidente Hugo Chávez. De ninguna manera se puede tolerar que se insulte a los colombianos de bien», señaló el comunicado.

El escrito divulgado hoy por la cancillerí­a está fechado en Washington, donde fue leí­do anoche por el embajador colombiano ante la OEA, Luis Alfonso Hoyos.

La declaración es la respuesta a un nuevo pronunciamiento de Chávez, que ayer endureció su tono frente a su par colombiano a pocos dí­as de la cumbre de la Unasur, que comienza el próximo viernes en Bariloche, Argentina.

Chávez acusó a Uribe de permitir que fuerzas «gringas» operen en toda Colombia, y dijo que habrá una investigación a capitales colombianos en Venezuela.

CHíVEZ

El presidente venezolano Hugo Chávez endureció su tono frente a su par ílvaro Uribe en la ví­spera de la próxima cumbre de la Unasur, tras acusarlo de permitir que fuerzas «gringas» operen en toda Colombia, y al anunciar una investigación a capitales colombianos en Venezuela.

Chávez mostró ayer un documento redactado, según él, por el «comando de movilidad aérea» de las fuerzas militares estadounidenses, en el que se revelan «detalles» del acuerdo militar recientemente suscrito entre Bogotá y Washington.

«A toda Colombia la están convirtiendo en una base» estadounidense, denunció el mandatario, quien señaló que entre las cláusulas del convenio se estipula que «los militares gringos estarán autorizados a operar en cualquier parte de Colombia».

«Ya comenzaron a salir detalles del acuerdo, no podrán mantenerlo en secreto», señaló Chávez, asegurando que llevará el documento a la reunión extraordinaria convocada por la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur) el 28 de agosto próximo en Bariloche, Argentina.

«Yo me lo llevo (el documento). Voy a escuchar las mentiras del gobierno de Colombia», señaló Chávez, quien ordenó congelar las relaciones con Bogotá a raí­z de este pacto entre Bogotá y Washington, que considera una «amenaza».

Aunque Colombia sostiene que no debatirá su decisión, la agenda girará principalmente en torno al impacto que pueda tener el acuerdo en América Latina. De hecho, Venezuela solicitará a la Unasur que inicie un «proceso de reversión» del acuerdo militar, según reveló el canciller Nicolás Maduro.

La suscripción de este convenio, impulsó a Chávez a que ordenara «congelar relaciones» con Colombia, y pidió que se empiecen a sustituir las importaciones colombianas para lo cual ha firmado por estos dí­as numerosos convenios comerciales con Argentina y Brasil.

El mandatario, que no ha descartado expropiar empresas colombianas en Venezuela, ordenó una investigación ayer para determinar la procedencia del capital de las firmas vecinas que operan en su paí­s, en busca de algún ví­nculo con el narcotráfico.

Según Chávez, «buena parte de los ingresos de la economí­a de Colombia dependen del narcotráfico», y explicó que el dinero, en muchas oportunidades, se traslada a Venezuela para «lavarse».

«No es que todos sean malos, no, pero vienen contaminados buena parte de esos capitales», sostuvo en su programa de radio y televisión «Aló Presidente».

Asimismo, Chávez aseguró que Uribe y la «burguesí­a» colombiana tienen «miedo que la palabra de Chávez sea oí­da por el pueblo de Colombia. Me tienen miedo, terror».

Por ello, lamentó el mandatario, su homólogo se fijó como tarea «impedir que el «chavismo» llegue a Colombia», y para lograrlo, «sataniza» su proyecto polí­tico, que se basa en un llamado socialismo del siglo XXI.

Las relaciones entre Colombia y Venezuela pasan por un nuevo deterioro, tras el impasse desatado en 2007, cuando Uribe decidió prescindir de Chávez como mediador para un posible canje de rehenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) por rebeldes presos, y que se agravó con el ataque del Ejército colombiano a un campamento guerrillero en territorio ecuatoriano al año siguiente.