Son múltiples los reclamos de los trabajadores del Estado y de la población en general porque el gobierno se haya olvidado de asuntos de vital importancia para su subsistencia, empezando por la falta de personal, medicinas, materiales y equipo para las unidades asistenciales de salud; siguiendo con el lamentable estado en que se encuentra la infraestructura del país; la educación pública, a pesar de que tanto se habló de su gratuidad, no digamos de la incapacidad manifiesta por cumplir con su palabra empeñada de combatir la delincuencia, la que aun llegando al final de su mandato esta jamás apareció.
fracaceres@lahora.com.gt
Todo ese cúmulo de ideas revolotearon en mi cabeza por espacio de más de dos horas y media en que los empleados y sindicalistas del ramo de Salud del Estado me tuvieron literalmente secuestrado en un inmenso tránsito de vehículos contenidos en el Periférico capitalino por uno de tantos inútiles bloqueos que han venido realizando. Digo inútiles, porque ¿qué han logrado con ellos?, ¿acaso habrán recibido alguna mejora o apoyo los hospitales y Centros de Salud del país?, ¿no solo han fastidiado a los choferes del transporte pesado que no tienen por qué pagar ningún elote que no se hayan comido y de igual manera a cientos de miles de gente de trabajo que su único pecado es quererse ganar el pan nuestro de cada día honrada y dignamente?
Pero el presidente Colom se olvidó de su pueblo. Le sigue “viniendo del norteâ€, desde el primer año en que asumió el poder, cualquier acción ilegal, abusiva e inoportuna de esta gente (¡dichosos ellos!) que se pueden dar el lujo de malgastar su tiempo quemando llantas, enarbolando banderas rojo y negro, las que por cierto ni siquiera son nuestras o gritando discursos que nadie escucha. Si usted no lo sabe, apreciado lector, porque no ha tenido la mala suerte de quedarse atrapado en uno de estos encierros, le cuento que no llegan ni a un par de docenas los vagos que le causan daños y perjuicios a millones de chapines.
¿Qué le cuesta al flamante Ministro de Gobernación enviar a un piquete de policías a detonar un par de bombas lacrimógenas frente a estos grupúsculos para que despejen el camino y así puedan seguir realizando sus labores cotidianas? ¡Nada! Pero está visto que sus antecedentes guerrilleros privan más sobre la lógica, el bien común y el cumplimiento estricto de las leyes del país, como el apego a sus deberes y obligaciones. Los funcionarios de este gobierno mucho podrán seguir lucubrando en sus programas radiales de la obra que hayan podido realizar durante uno de los períodos más tristes, obscuros y vacíos de realizaciones positivas de nuestra historia pero, con actitudes como las mencionadas, jamás podrán quitarse el sambenito de haber conformado uno de los gobiernos más incapaces e improductivos de la historia de Guatemala.